La modernidad, en el ámbito de la vida pública, originó varias rupturas en el mundo occidental que han ido dando sentido, hasta tiempos recientes, a la narrativa política de nuestras vidas. De las cuatro rupturas clásicas, en nuestro país siguen siendo evidentes dos de ellas, la que separa al centro de la periferia y la que separa a la izquierda de la derecha. Por ello, a poco más de un mes para la celebración de los comicios más inciertos de las últimas décadas, con cuatro partidos posicionados por encima del 15% en casi todos los sondeos, es oportuno analizar, dentro de esa vieja ruptura entre la izquierda y la derecha, dónde se ubica la sociedad y donde están los votantes de cada partido. Aunque se trata de un eje que está perdiendo peso, sobre todo a raíz de la crisis económica, y de la complejidad de las sociedades postmodernas, sigue siendo una referencia simbólica válida para millones de ciudadanos, que saben ubicarse de manera cómoda y sencilla en él cuando les preguntamos, en una escala de uno a diez, siendo el uno la extrema izquierda y el diez la extrema derecha.

Lo más relevante, por empezar por algún sitio, es que en esto España tampoco es diferente. En las democracias avanzadas occidentales, la gran mayoría de los votantes se distribuye a través de lo que los matemáticos denominan campana de Gauss: casi todos en el entorno del centro y muy pocos en los extremos. Una cosa parecida sucede en España: el pasado mes de octubre, la ubicación media de los españoles era de centro ligeramente escorado hacia la izquierda: un 4,85, remarcando así una tendencia que se da desde hace décadas en nuestro país. En este sentido, cuatro de cada diez españoles se proclaman directamente de centro, casi un 28% se proclama de centro-izquierda y algo menos de un 20% de centro derecha. En los extremos (la izquierda y la derecha pura y dura) como vemos, se ubican apenas quince de cada cien ciudadanos. El análisis por edad revela algunos datos que la intuición nos anticipa: las personas se van haciendo conservadoras a medida que se hacen mayores. Así, casi un tercio de los mayores de sesenta y cinco años se ubican a sí mismos en la derecha o en el centro derecha, frente casi un cuarenta por ciento de los adultos jóvenes (aquellos con edades comprendidas entre los 30 y los 44 años) que ubican a la izquierda del centro.

Quizá las sorpresas más relevantes lleguen, a estas alturas, cuando se relaciona esta ubicación ideológica con el recuerdo de voto. En lo que hace al Partido Popular, casi la mitad de sus votantes se ubica en el centro derecha, frente a poco más de un 15% que lo hace en la derecha. En este sentido, es interesante destacar que un tercio de los votantes populares se ven a sí mismos en el centro político. Esta basculación hacia el centro es simétrica, pero en el lado izquierdo, en el caso de los votantes del Partido Socialista; casi ocho de cada diez se ubican entre el centro y el centro izquierda. En relación a los partidos nuevos, no es de extrañar que Podemos sea el que menos votantes tiene ubicados en el centro político, pero sí puede resultar a primera vista sorprendente que más de la mitad de sus votantes se sitúen en el centro izquierda, lejos por lo tanto de la izquierda donde habitualmente ubican al Partido. En este sentido, la fuerza morada comparte curiosamente con el Partido Popular el ser fuerzas políticas ubicadas más hacia el extremo de lo que lo están sus votantes. Finalmente, Ciudadanos aparece como la fuerza del centro por excelencia ya que más de la mitad de sus votantes, en concreto un 52% se ubica en el centro político. También es el partido que menos seguidores tiene en los extremos, ya que entre ambos lados del espectro (personas que se ubican a secas en la izquierda o en la derecha) no suma más que un 7% de sus electores.

Por lo tanto, los partidos que quieran tener una presencia destacada en las próximas Cortes Generales que elegiremos todos el 20 de diciembre, harían bien en orientar sus esfuerzos hacia el centro político y hacia la moderación: los extremos son sin duda más vistosos, pero en ellos suele hacer siempre, afortunadamente, mucho frío.