En un intervalo de solo diez días una juez de Palma de Mallorca ha metido en la cárcel a dos maltratadores de animales, a los que dieron muerte. Un hecho que hace historia en la España negra, pues es la primera vez que se produce algo semejante y que viene a culminar de manera práctica y efectiva los avances que en esta materia se han ido consiguiendo a lo largo de los años. Pues si hasta ahora todas las denuncias habían quedado en nada o en casi nada, limitadas todo lo más a multas importantes, pero que es de suponer que en muchos casos ni se pagaban, cobran relieve a partir de este doble ingreso en prisión y significan un serio aviso para estos animales de dos patas, energúmenos carentes de la menor sensibilidad y empatía, potencialmente peligrosos para la sociedad y que desfogan sus iras, frustraciones y falta de sentimientos pegando, matando o abandonado a sus mascotas.

A la cárcel con ellos. Y aireando tanto su nombre como el hecho que les ha llevado a pasar una buena temporada entre rejas. La juez, María Jesús Campos Barciela, ha dictado una sentencia ejemplar en la que se afirma textualmente que los delitos de malos tratos a los animales sensibilizan de manera indiscutible a la opinión pública y son delitos que se configuran como un paradigma de la ilegalidad criminal en cuanto a la crueldad que revelan. La magistrada, que ha denegado, en los dos casos juzgados, cualquier beneficio suspensivo o sustitutivo de la pena impuesta, pretende con sus fallos que sirvan de freno a la casi impunidad con que actúan los maltratadores de los animales.

Uno de los que ya está en la cárcel, el primero, había matado a golpes a un caballo de carreras de playa, por no haber ganado. El otro ingresado en prisión había dejado morir de hambre a un pequeño perro al que tenía atado con una cuerda tan corta que el animal apenas podía moverse. Como sería la cosa que fue un hermano del condenado el que presentó la denuncia, al haber visto el triste estado en que había quedado el can al que cuando se rescató era un puro esqueleto al que los veterinarios no pudieron salvar. Ante lo cual, varias asociaciones protectoras de animales se personaron como acusación particular, lo que ha terminado con la sentencia magnífica de la juez Campos.

Que es de esperar y desear que sirva no para algo sino para mucho. Ya hay dos desalmados en prisión. Ahora saben a qué se arriesgan quienes maltraten a un animal. La cosa tiene que ir rigurosamente en serio de una vez por todas. No basta con las leyes sino que hay ejecutarlas y si es preciso hasta el extremo necesario y oportuno. En Zamora se han dado últimamente diversos casos tremendos, como el de la perra lapidada que ha perdido la vista, o de esos perros atados en el monte para vigilar la llegada de lobos, o cachorros arrojados a pozos. Las asociaciones protectoras de animales, que tan extraordinario servicio a su favor llevan a cabo, han denunciado estos sucesos, descubiertos muchas veces por los agentes del Seprona, pero se desconoce si los autores de los malos tratos han sido identificados así como en qué han quedado los juicios si es que se han celebrado. Y esto sería bueno que se diese a conocer.