Nunca es tarde, dice el viejo refrán castellano. Por eso hemos de dedicar un breve pero agradecidísimo recuerdo a esa mujer que sufrió durante tantos siglos un auténtico martirio en estas nuestras tierras. Llega tarde, porque el mundo rural agoniza. No interesa a casi nadie. Las grandes líneas económicas juegan con grandes espacios mientras en ese mundo lento y sufrido, donde se cuidan con celo y mimo la mayoría de los encantos vitales que la humanidad disfruta, está olvidado, dejado a su aire, a que se defienda como pueda.

En ese paraíso perdido hay una reina que durante miles de años ha jugado un papel básico y fundamental de ese lento martirio del desarrollo de todo lo que conocemos como mundo rural. En ese mundo, la mujer ha sido una heroína, el motor de la familia sin descuidar las labores del campo, sobre todo en los momentos clave del duro verano. Hoy, la sociedad sigue marcando diferencias que nunca he entendido con claridad entre mundo rural y urbano. Ante el reconocimiento de iniciativas en ese mencionado, estoy seguro de que determinados aspectos básicos y fundamentales de la economía de hoy crecerán en sus manos bajo su fina sensibilidad.