Cuando despertamos del sueño de las obras municipales, el edificio para el nuevo ayuntamiento todavía era un solar en manos privadas que nos había costado cinco millones de euros.

Cuando despertamos del sueño del turismo de convenciones, el Centro de Congresos todavía era un agujero infecto en la Universidad Laboral por el que la Junta nos reclamaba ochocientos mil euros.

Cuando despertamos del sueño del ladrillo, los solares todavía crecían en el centro de la ciudad convirtiendo barrios enteros en puntos limpios llenos de basura y cachivaches.

Cuando despertamos del sueño de las autovías, la provincia todavía perdía población a un ritmo de dos mil zamoranos al año.

Cuando despertamos del sueño del AVE, los trenes normales todavía seguían sin acercarnos a los pueblos y a las ciudades cercanas.

Cuando despertamos del sueño del desarrollo rural, la leche todavía se vendía a precios por debajo de los costes de producción.

Cuando despertamos del sueño de los servicios básicos para todos, los pueblos de Zamora todavía recibían agua en cisternas.

Cuando despertamos del sueño de las comunicaciones, los pueblos todavía tenían carreteras pendientes de arreglar como la de Porto.

Cuando despertamos del sueño de las telecomunicaciones, los pueblos todavía seguían sin ver la televisión y la existencia de Internet se conocía por la televisión en su caso.

Cuando despertamos del sueño de los servicios públicos, las privatizaciones se apoderaban de la educación y la sanidad que pagamos entre todos.

Cuando despertamos del sueño de las pensiones, la seguridad social todavía amenazaba con desaparecer por falta de cotizaciones de trabajadores.

Cuando despertamos del sueño del derecho al trabajo, el gobierno de Rajoy todavía no nos dejaba contratar a nadie en el ayuntamiento.

Cuando despertamos del sueño del trabajo con derechos, las reformas laborales todavía precarizaban el escaso empleo creado.

Cuando despertamos del sueño del derecho a una vivienda digna, los desahucios todavía echaban a la gente de sus casas.

Cuando despertamos del sueño de la libertad, la ley mordaza que no existe todavía amenazaba nuestras protestas ciudadanas en la calle y en las plazas.

Cuando despertamos del sueño del 15-M, los partidos de siempre todavía dominaban la política.

Cuando despertamos del sueño del 15-M, además de los partidos de siempre todavía había uno más.

Cuando despertamos del sueño de la ciudadanía europea, en los camiones todavía se asfixiaban los ciudadanos del mundo

Cuando despertamos del sueño de la Europa sin fronteras, el mar todavía se llenaba de cadáveres de ahogados.

Cuando despertamos el sueño del internacionalismo obrero, en África todavía no había obreros y en la vieja Europa se estaban convirtiendo en esclavos.

Cuando despertó el mundo, el capitalismo todavía estaba allí.

Cuando despertó Europa, la Troika todavía estaba allí.

Cuando despertó España, el bipartidismo todavía estaba allí.

Cuando despertó Zamora, la Diputación todavía estaba allí.

Tenía razón el microrrelato de Augusto Monterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Pero eso no nos va a impedir seguir soñando.