Todo era una pantomima que les ha salido muy rentable. Impregnados de demagogia que vendieron como alternativa, como propuesta seria, como cambio que les permitió, gracias a los pactos, hacerse con el poder en alcaldías como la de Barcelona, mintieron descaradamente a un electorado que también se les desinfla. Y es que, como ya ha admitido la alcaldesa de Barcelona no es lo mismo ejercer de activista e incluso "mandar" desde la oposición, que gobernar el consistorio. Psoe, Ciudadanos e incluso IU no pueden plegarse al populismo, porque no es bueno para la verdad y para la salud democrática de las instituciones que gobiernan.

¿Cuántas medidas prometieron, los que todo lo prometían, contra los desahucios? Llegada la hora de la verdad, la del gobierno, se han mostrado incapaces, han amagado, pero nada han hecho ni harán, porque no pueden, porque no hay fórmulas mágicas, contra el sistema de protección del propietario acreedor que, lo que son las cosas, puede incluso tener menos recursos que el inquilino deudor.

En lugar de gobernar con sabiduría, con coherencia y con equidad; en lugar de coger por los cuernos al toro de las dificultades, en lugar de contar la verdad, de reconocer el error, de hablar claro, han preferido y prefieren entretenerse en cuestiones gilipollescas que, además, cuestan un pastón que saldrá del bolsillo de los contribuyentes.

Empiezan por retirar el busto del rey emérito como ha ocurrido en Barcelona, eliminan la referencia al actual monarca de un pabellón deportivo en Zaragoza, colocan el retrato de un anarquista en el despacho oficial como ha hecho el alcalde "podemita" de Cádiz o imponen símbolos del nacionalismo gallego como ha hecho el BNG en los Ayuntamientos que gobierna. Y como sigan así, acabarán por hacer irreconocible a España hasta el punto de dejar en un chiste aquella afirmación de Alfonso Guerra. Como se les deje obrar a su antojo, esta vez a España no la va a conocer ni la madre que la parió.

Todo lo que ocurre en Cataluña clama al cielo. Como no hay nada mejor que hacer en una comunidad donde la corrupción campa por sus respetos y los problemas se acumulan debido a la falta de visión y de otro interés que no sea el secesionista, a los de ERC que se meten en todos los charcos y juegan a la división, al fomento del odio a la España que los esclaviza y no sé cuántas cosas más, no se les ha ocurrido otra cosa que pedir el cambio urgente de nombre para treinta vías de Barcelona dedicadas a la monarquía. Se ha hecho un cálculo del costo de la petición y el resultado es millonario. La izquierda se ensaña contra los símbolos de la Corona y nadie dice nada. Todo el mundo a callar. Y sabido es que quien calla otorga.