Estamos en un mundo cada vez más globalizado, donde las redes sociales contribuyen a la desaparición de fronteras, haciendo del planeta un espacio más abierto, de mayor intercambio social, político, económico y cultural. Existen nuevos caminos y conocimientos que tienden hacia una civilización universal, sin las barreras separatistas de la antigua ignorancia medieval.

En España tenemos a Convergencia, ERC y otras entidades soberanistas que pretenden la separación de Cataluña, formando frontera para justificar sus fracasos y culpar de los mismos al resto de España cuando dicen que su comunidad recibe patadas, palos y golpes.

Desde finales del año 2012, el Ejecutivo central, como Gobierno de la nación, se debería haber planteado la intervención de la autonomía catalana, porque el resto de españoles no tenemos culpa de sus ineptitudes.

La Carta Magna, ley de leyes o Constitución aún puede usar su artículo 155, permitiendo forzar a una comunidad a cumplir sus obligaciones. Puede uno preguntarse, en momentos tan críticos como los que atraviesan España y Europa, ¿por qué los independentistas y el señor Mas tienen tanto interés en este asunto? Cuando la corrupción puede planear sobre ellos, pensarán que al ser independientes pueden dejar prescribir la deuda. No sería comportamiento ético. Sería degeneración moral.

Manuel Bárbulo Veloy (Zamora)