Con distinta importancia, porque así lo pide la realidad, aparecen en La Opinión-El Correo de Zamora, en su número del 22 de julio, dos acciones de reivindicación de caminos, uno que existió durante muchos años y otro que nunca existió. Los dos han significado algo en distintos momentos de mi vida y por eso me ocupo de ellos, aunque ahora ya no frecuente ninguno. El más importante es la férrea Vía de la Plata. La gran importancia que ese camino tiene para bastantes localidades de Zamora ha hecho que los zamoranos se hayan hecho presentes en algo tan remoto en espacio como la manifestación organizada en el norte de Aragón para pedir la recuperación de un tramo internacional de la unión de España y Francia por Canfranc. El segundo camino que ha merecido la atención de nuestro diario es algo insignificante en sí; pero que supone convertir el paso entre dos municipios colindantes en un paseo de recreo, mientras que en mis tiempos supuso un día bastante aciago para mí.

La gran manifestación aragonesa tenía como principal objetivo la unión que existió en tiempos, por ferrocarril, entre Francia y España: la comunicación por Canfranc que estudiamos en la lejana escuela de mi niñez. La fractura de un puente, en la parte francesa, motivó la interrupción que lleva muchos años. Sin embargo ahora obtiene importancia extraordinaria, como un eco a las voces tan sonoras que exigen -seguramente en vano- la independencia de Cataluña. Supondría, tal vez, una economía respetable, en tiempo y en dinero, contar en breves años con esa unión entre Francia y España por el Aragón español del Pirineo oscense. En la parte francesa las constantes reivindicaciones ya han tenido respuesta en la rehabilitación de algunos kilómetros. Seguramente, si tales manifestaciones tienen seguimiento, llegará el fausto momento en que Canfranc y Oleron estén unidas y esté hábil ese enlace franco-español o español-francés. Una decidida empresa podría suponer la ansiada alternativa de la actual comunicación catalana a través de Port Bou. Hay que reconocer el sacrificio económico que supondría; pero tampoco son despreciables las economías en tiempo y dinero con un camino férreo más recto entre Madrid y París.

El espíritu reivindicativo aragonés prendió en la Federación zamorana y numerosos zamoranos se unieron a la manifestación pidiendo con entusiasmo la restauración de la Vía de la Plata, que unió el norte y el sur de España beneficiando a numerosas localidades de su trayecto y, entre ellas, a todas las que ocupan de norte a sur la provincia de Zamora. Es meritorio el interés manifestado con gran frecuencia por parte de los zamoranos, residan en esa Ruta de la Plata o residamos en la populosa capital de España. Pero significa mucho este rasgo de unión con los aragoneses. La unión hace la fuerza y es importantísimo demostrar que la petición occidental española reciba un eco significativo hasta en el lejano Aragón. A la constante exigencia de León, Zamora, Salamanca y Extremadura se han unido ahora las voces aragonesas y eso debe obtener un reconocimiento en las altas esferas de los ministerios implicados.

La otra minúscula reivindicación tiene por objeto un camino rural que une muy defectuosamente los municipios de San Pedro de la Nave-Almendra y Muelas del Pan. Para mí es el recuerdo de un día que me resultó penoso. Si en algún momento se puede hablar de "terrorismo de Estado" será sin duda la época en la que la llamada Fiscalía se ocupaba de las infracciones en las normas de alimentación que se llevaban a cabo por los años cuarenta del siglo pasado. En los pueblos como Almendra y Muelas la Fiscalía de Tasas se ocupaba de las pequeñas industrias harineras y los secretarios de los ayuntamientos intervenían a la contra, dentro de sus posibilidades. Siendo yo "ayudante" del secretario de San Pedro de la Nave, no es extraño que tal señor me encomendara la misión de desplazarme en bici a la vecina localidad de Muelas del Pan y allí, poniéndome al habla con el secretario, advertirle que "los de la Fiscalía estaban en Almendra y después iban para Muelas". De esto tengo otras interesantes anécdotas. El infame camino, para el que ahora se pide una digna rehabilitación, me supuso, además del esfuerzo, la dura indecisión y el temor a perderme. Estoy hablando de 1943. Y en 2015 se sigue reivindicando lo que fue "infame" para mí en aquellos lejanos años. ¡Ojalá tengan suerte!