El ministro de Justicia decía hace poco, refiriéndose a las próximas elecciones generales, que el único rival auténtico para su partido, el PP, era Podemos. Parece evidente que en su análisis se olvidaba, de manera inconsciente o no, de los otros dos partidos en liza y con posibilidades reales: PSOE y Ciudadanos. De los socialistas, más bien es como si no quisiera ni nombrarles, dada su línea ascendente, según reflejan las encuestas. Y de Ciudadanos, como si no contasen, o como si tampoco quisiese acordarse de ellos, pese a su apoyo en las municipales y autonómicas, tal vez porque Catalá los vea, y no es el único, como una sombra al acecho del PP, dispuesto a medrar a su lado hasta que un día, de consumarse la debacle del PP, tomasen el relevo como una joven derecha moderna y actual, acorde a las nuevas generaciones y las nuevas exigencias de una sociedad en constante evolución.

Puras elucubraciones, claro, pero por ahí, más o menos pudiera ir la cosa, porque, por desgracia, ya pocos ven en el partido de Albert Rivera, pregonado como centrista y usufructuario de un espacio político no ya necesario sino imprescindible, ese centro del que aún alardean, lo que lleva a la evidencia, una vez más, dado el descalabro injusto e inmerecido de UPyD, de la ausencia de una opción realmente centrada, como lo fueron antaño UCD y CDS. Una ausencia en la que pueden encontrarse bastantes razones de la situación de transición que vive el país, empecinados y decididos ahora los españoles al cambio a políticas más democráticas, participativas y plurales, contra lo que se resisten con uñas y dientes los grandes beneficiados del bipartidismo rampante desde hace tres décadas con el que tan bien les ha ido.

Un partido realmente de centro está dispuesto a mirar a todos los lados, a pactar con unos o con otros, derechas e izquierdas, según el mandato del electorado. Ahí ha fallado ya Ciudadanos y de ahí su bajada en los sondeos que le aleja de la posibilidad de compartir Gobierno con el PP. Porque para acabar apoyando a Rajoy, habrá quien vote al PP directamente, o a Vox, o a ninguno, aparte de que puede que muchos fieles conservadores vuelvan al redil tras castigar a los populares en los comicios de mayo. De modo que como centro quedaría UPyD, el partido sumido en el caos que aún lidera Rosa Díez, pero que cuando se celebren las generales es de esperar que haya completado una renovación integral y vuelva a ser una opción a considerar por los electores auténticamente centristas.

Se necesita a UPyD en el mapa político y con presencia. Ya la ha tenido y la tiene todavía y ha hecho una positiva labor, conectando con la calle y con la gente y llevando sus problemas, inquietudes y preocupaciones ante las instituciones en las que cuenta o ha contado con representación. Despreciar el centro, olvidarse de UPyD, es un lujo que España no se puede permitir. El partido tiene dirigentes capaces de asumir el liderazgo, de recomponerse internamente, y de salir de nuevo a la palestra, pese a las muchas dificultades. Apoyos, no van a tener apenas ya, porque el espacio oficial parece haberlo ocupado Ciudadanos, sea centroderecha o derecha light, pero algún resquicio tiene que quedar para el centrismo.