Lo dijo en su campaña electoral: que se rebajaría el sueldo en caso de ser alcalde, y así ha sido. No un 10, ni un 20 por ciento, sino casi el 50 por ciento. Guarido da ejemplo y deja su salario mensual, de dedicación exclusiva de verdad, en 1.750 euros al mes, casi la mitad de lo que percibía la anterior alcaldesa, y la misma cantidad que se fija para los concejales liberados. En total, y ya de entrada, un ahorro de 140.000 euros al año, que no es cosa de nada en una institución casi comida por las deudas. Si el equipo IU-PSOE cumple su mandato de cuatro años, el ahorro será de medio millón solo en ese concepto. Y de que pueda cumplir su mandato es algo de lo que hay que estar muy al tanto en Zamora, donde hay malos perdedores que no aceptan ni asumen el fracaso que les ha privado de un poder, el municipal, que algunos creían de su propiedad cuando solo lo detentaban. A ver si ahora, la presidenta de la Diputación sigue el histórico ejemplo, y baja su sueldo y el de sus diputados provinciales, entre los cuales ha nombrado a cuatro vicepresidentes, casi más caciques que indios. Sería un detalle.

Como se presumía, con el cambio ha llegado una forma distinta de hacer política, en el fondo y en la forma, que los ciudadanos esperan que sea mejor, más cercana, plural, participativa y eficiente en todos los aspectos. Los zamoranos que han dado a Guarido la Alcaldía esperan que el aire nuevo que ha entrado en el Ayuntamiento de la capital, sirva para renovar un ambiente rancio y acomodaticio, algo que llevaba mucho tiempo necesitándose con urgencia. Ha gustado en la calle, entre la gente, la bajada del sueldo de los regidores municipales, empezando por el primero de ellos. Y eso es lo que importa. Porque resulta que a la oposición del PP no le gusta nada de lo que hace el nuevo alcalde, y sin respetar para nada los 100 días de gracia tradicionales, ha empezado ya a hostigar al alcalde, revelándose incapaces de ocultar y disimular la frustración de la derrota. Guarido quiere ir sin prisa ni pausa, pasando todas las páginas, una por una, por mucho que le acose y acuse el partido que en 20 años, 20, ha dejado el Ayuntamiento y la ciudad en su precaria condición actual.

De no hacer nada, de desgobierno, de abandono de funciones, ha acusado la portavoz del grupo popular al nuevo alcalde, que apenas lleva dos semanas en el cargo. Ridículo, sencillamente, y solo sirve además para poner en evidencia al grupo del PP. Le reprocha igualmente San Damián retrasar el organigrama municipal, dado a conocer el miércoles. Se ve que no se ha enterado de que su conmilitón Herrera no ha sido investido presidente de la Junta de Castilla y León hasta un día después que Guarido diese a conocer su equipo de gobierno. Empieza a resultar peripatético todo esto. Y empieza a dar mala espina y vuelven las sospechas de que algo se traen entre manos. Desde luego, y coincidiendo con la entrada en vigor de la ley mordaza, que prohíbe libertades que se creían elementales, el PP debiera hacer saber a sus dirigentes eso de que en boca cerrada no entran moscas. Porque cada vez que hablan resultan todavía más soberbios y antipáticos al común de la gente y quitan votos al partido.