No hacemos caso a las recomendaciones de los dermatólogos, pasamos de sus advertencias, a nosotros no nos puede ocurrir nada de aquello sobre lo que nos alertan, aún a sabiendas de que quien avisa no es traidor, hasta que nos pasa, entonces clamamos al cielo y tratamos de hacer en horas lo que hemos estropeado en años. La piel tiene memoria y cuando le da por recordar pasa la pertinente factura.

No es la primera vez que oímos a los especialistas en dermatología desaconsejar las cabinas de bronceado, sobre todo si se tienen menos de 18 años. Sin embargo «darse unos rayitos» antes del verano es norma demasiado extendida entre ambos géneros de todas las edades. Hay quienes creen que esa costumbre tan extendida ya protege del daño en la piel durante la exposición solar. Sin embargo, son muchos los estudios que han demostrado que ideas como esta son erróneas.

Las lámparas de rayos uva no solo no protegen sino que potencian las posibilidades de quemarse. Son un factor de riesgo para el desarrollo de melanomas (el tipo más grave de cáncer de piel), especialmente cuando se usan antes de los 20 años. Según los especialistas estas cabinas deberían estar prohibidas en la adolescencia porque, a esas edades, la piel es especialmente sensible y tiene un sistema inmunológico aún inmaduro. Y por lo que antes le decía, la piel tiene memoria, la piel es de las que no olvida, sobre todo los «atentados» que se puedan cometer contra ella. Tenga en cuenta que el efecto de las radiaciones es acumulativo, cuanto antes se produzcan las exposiciones, antes se podrá rebasar la línea tope, antes nos lo recriminará la piel.

La Organización Mundial de la Salud tampoco se ha mantenido callada. Muy por el contrario. Ya en el año 2005 recomendaba que los menores de 18 años no recibieran sesiones de bronceado con rayos ultravioleta por tratarse de una práctica que conlleva un serio riesgo de cáncer. Pues que si quieres arroz Catalina. Un plato te parece poco, toma dos. Y, luego, pasa lo que pasa, que los melanomas aparecen cada vez a edades más tempranas, pero como no hay ninguna prohibición explícita en esta dirección, la OMS y los expertos en general únicamente se mueven en el marco de las recomendaciones.

Si Sanidad se diera de vez en cuando una vueltecita por según qué salones de belleza y comprobará «in situ» las prácticas que en ellos se realizan para las que otros profesionales necesitan titulación universitaria, a lo mejor no le quedaba otra que intervenir, pero como el marco es el marco, se inhibe hasta que un día suceda lo no deseado y se empiecen a rasgar vestiduras. No es lo mismo hacer la pedicura, poco más que limar y pintar las uñas de los pies, que desencarnar una uña. Pues eso. Lo mismo ocurre con el bronceado artificial, como el melanoma tiene un período de incubación de 20 años, ahora empiezan a salir las primeras afectaciones, francamente preocupantes. Pero dígaselo a usted a los que no pasan de ligar ese tipo de bronce en concreto.