Si le digo el nombre de Javier Krahe, probablemente no le diga nada a usted. Puede ser un militar sin graduación, un gaitero de Betanzos o un español de origen alemán que da recetas para salir de la crisis. Y nada de eso. Krahe es un cantautor. Así al menos es conocido en el círculo más íntimo de su casa. Pero no un cantautor cualquiera. Es un cantautor que, para llamar la atención, ha hecho un vídeo cocinando un Cristo, ya que no había un cristo que acudiera a sus conciertos.

Yo no sé si la libertad de expresión puede llegar a tanto que no repare en que, lo que para uno es una gracia, para otro es una gran ofensa. Y si la libertad de uno acaba donde comienza la de los demás, hemos de concluir en que este hombre, mofándose de la fe cristiana, se ha pasado cinco clavos.

Una asociación le ha denunciado y ahora ha de responder ante los tribunales de lo que el Código Penal tipifica como delito: el ataque a los sentimientos religiosos. Yo no sé si el apoyo de los progres sin audiencia, como el Wyoming, servirá para que le absuelvan, pero sería, cuando menos, curioso.

Krahe fingió en un vídeo que cocinaba un Cristo «para dos personas», desprendiendo el Cristo de la cruz y aconsejando «mechar con tocino los estigmas». Se emitió en televisión y surgió la lógica denuncia. Yo creo que, si eso no es ofensivo, si no es delito, que baje Dios y lo vea. Aunque solo lo sea contra el buen gusto, pero delito al fin y al cabo.

Afortunadamente el autotitulado «cantautor» dice que, si le condenan, se exilia a Francia. Tal vez cree que en el país vecino se atan los perros con longaniza, y puede ir allí, cual Quijote hispano, y pisotear el nombre o el buen gusto de los cristianos franceses sin que le metan mano?

Yo, desde luego, no firmo porque se exilie. Creo que lo que ha hecho es atentatorio contra una religión. Pero no debe pasar de una falta y debería ser condenado a la peor pena, que es a la que ha estado condenado hasta ahora: el más cruel de los ostracismos.

Este señor, de momento, ya ha logrado lo que quería: unos minutos de presencia en los medios. La presencia que no ha conseguido con su pretendido arte.

En algunos medios anticlericales han dado bombo y platillo a la presencia en el juzgado de personas importantes que le apoyaban. Y salvo Miguel Ríos, que cree que con el juicio se vuelve a la inquisición, el resto eran nombres del tipo: Pancho Varona y Pepín Tre, que ya me dirán ustedes a mí qué lumbreras son.

A mí que Miguel Ríos crea que un juicio en la España de hoy es como en la inquisición, solo me hace pensar que el magnífico compositor es un extraordinario ignorante. A lo mejor ignora que hoy, y aquí, las garantías procesales son totales. Que si Krahe es condenado, lo es porque cometió un delito y no porque sea mal cantante, comediante o lo que sea?

Si permitimos que personajes como este se cuelen en las televisiones para insultar a las instituciones, sean del signo que sean, de la ideología que sean, todo nuestro sistema moral comenzará a desmoronarse. Porque entonces, todo valdrá: el zafio insulto, la bofetada en las creencias, la estulticia más soez.

Canal Plus tuvo el mal gusto de emitir la provocación y también podría ser condenado. Lamentablemente, todos los días, desde algún púlpito televisivo, se sigue insultando impunemente a la Iglesia y sus dirigentes. Y si eso no es delito, es la más rancia representación del odio al cristianismo. Que será criticable en muchas de sus formas, pero que merece el respeto de una religión que profesan miles de millones.

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