Las fotos de este periódico son una de mis mejores fuentes de inspiración para rellenar esta columna. La del socavón en la carretera entre Villar de Fallaves y Castroverde, que veíamos ayer, con un vecino mirando hacia el fondo del pozo que se había abierto en mitad de la calzada, es un ejemplo del chapuzas que todos llevamos dentro. En las obras públicas, por ejemplo, las chapuzas son muy frecuentes. Sus efectos son visibles en las carreteras locales, cuyo arreglo y conservación depende de la Diputación Provincial de Zamora. Que hoy se inaugure una nueva carretera local no significa que pasado mañana no te encuentres con un bache o un socavón. Las de la Junta de Castilla y León, aunque suelen estar en mejores condiciones, no se libran tampoco del efecto chapuzas. Pero lo que llama la atención es que incluso las autovías que dependen de la Administración General de Estado, cuyos controles de calidad suelen ser más estrictos, sufran también los efectos del chapuzas de turno.

Analicemos este efecto en la autovía de Zamora a Salamanca, en el tramo entre el río Duero y la localidad de Corrales del Vino. ¿Recuerdan los retrasos que sufrió su apertura por los problemas detectados en el viaducto del río? Pues bien, aunque supuestamente se arreglaron, a los pocos meses de la inauguración oficial varias señales indicaban, a la entrada y salida del puente, que en la calzada había badenes, algunos muy pronunciados, que obligaban a reducir la velocidad. Si no se hacía, el conductor imprudente corría el riesgo de que su coche saltara por los aires y terminara en el río. Aunque pasados unos meses supuestamente revolvieron a arreglar los desperfectos, si usted circula por ahí aún tendrá que padecer el efecto chapuzas, ya que los baches que han dejado en las juntas de dilatación del puente siguen siendo impresionantes. ¿Y qué decir de los arcenes que cedieron al poco tiempo de la inauguración de la autovía en el tramo entre el río Duero y Morales del Vino? Fueron tan visibles que el Ministerio de Fomento tuvo que instalar varias señales de precaución.

Pero las chapuzas en esta autovía no terminan ahí. Las que más me irritan son las que tengo que soportar cuando cruzo los puentes que hay en el tramo entre Morales y Corrales del Vino. Tanto el que está a la salida hacia Cazurra, El Perdigón o Peleas de Abajo como los que se encuentran a la altura de esta última localidad son muy peligrosos. Al poco de inaugurarse la autovía, las juntas de dilatación de los puentes cedieron. Si un conductor no quería que su coche sufriera los efectos de un golpe brusco en las ruedas, con el consiguiente peligro de accidente, no le quedaba más remedio que reducir la velocidad. Pues bien, aunque hace unos meses supuestamente se arreglaron esos desperfectos, quienes circulamos por ahí tenemos que seguir soportando, un día sí y otro también, los mismos efectos, ya que los arreglos han sido una auténtica chapuza, muy similares a los que han realizado en la salida hacia Corrales.

En fin, ya ven que hoy estoy algo irritado con este tema, pero es que no puedo soportar las chapuzas ni los remiendos que con tanta frecuencia tenemos que sufrir en las obras públicas.