Es hora de reflexión, de afrontar nuestro próximo futuro y, aunque soy pesimista, creo en la necesidad de mirar para adelante. Sin embargo observo que va siendo habitual que el alcalde de Santa Cristina de la Polvorosa se desahogue con falacias para encubrir su mala gestión y lance balones fuera culpando a los demás de los desafueros cometidos durante un mandato tan largo como incompetente. Durante la campaña ha acusado sin el menor rubor a la oposición de ser «la más destructiva y obstruccionista de toda la provincia» y, no contento con tal aseveración, ha acusado también a la oposición de «haber puesto en peligro la subsistencia de 100 familias del pueblo». Le faltó decir que gracias a su milagrosa intervención estas familias han podido subsistir. Desde luego al menos una familia, la suya, ha tenido algún recurso para la supervivencia por la benevolencia de la Diputación que durante doce años le ha mantenido un jugoso sueldo de subsistencia. Y es que todo esto, más algún insulto y alguna infamia que a lo largo de dos legislaturas he tenido que soportar, lo dice el alcalde para encubrir su ineficacia y exculparse de sus errores. Quiero aclararle algo que se encuentra en los más elementales manuales de Democracia, si es que alguna vez ha leído alguno, y es que la labor de la oposición debe basarse en el control al gobierno municipal y en la vigilancia para que la legalidad sea cumplida y en caso contrario denunciarlo. No se me olvida que en uno de los primeros plenos al solicitar la palabra un concejal de su grupo me espetó que para qué quería hablar si habían ganado ellos. Pues precisamente para eso, para recordar la ley y que no se vulnere, (a esto el alcalde lo llama obstrucción), algo que ha sucedido con demasiada frecuencia como lo demuestran las distintas sentencias contrarias al equipo de gobierno y que los jueces han calificado en sentencia firme de actos ilegales, dando la razón a la oposición que usted tan ligeramente califica de obstruccionista. Le recuerdo que durante cuatro legislaturas ha gobernado con mayoría absoluta, lo que le ha permitido hacer lo que le ha dado la real gana, sin que la oposición pudiera hacer nada para impedirlo. Ha abusado de los votos de los vecinos, que sin ninguna duda le han otorgado su confianza, pero ha topado con la Justicia. La Fábrica la ha cerrado un juez, no la oposición, que lo único que ha hecho, porque no podía hacer otra cosa, es recordar al alcalde las continuas ilegalidades que estaba cometiendo, como así se ha podido confirmar judicialmente, ilegalidades que sigue cometiendo para favorecer a los de siempre, por lo que de nuevo se encuentra imputado en un delito con responsabilidad penal, del que fue advertido en varias ocasiones por la oposición, ejerciendo nuestra responsabilidad y, aunque mantengo la presunción de inocencia, no me cabe la menor duda de que, sin prejuzgar la responsabilidad penal, está en juego una responsabilidad política, que usted viene vulnerando desde que llegó al Ayuntamiento. Independientemente de la resolución judicial, existe un problema ético. Cuando hay indicios de que la conducta de un cargo público puede haber sido constitutiva de delito, la presunción de inocencia lo protege de la responsabilidad penal, pero no de la responsabilidad política. Creo que se deduce claramente lo que quiero decir, por lo tanto deje de lavar su imagen criticando a los demás y aplíquese un código ético. ¡Ah! Me acusa también de haber traicionado al pueblo. Le recuerdo que no soy un traidor, sino una persona responsable y firme en mis convicciones y así seguiré mientras viva.