Parece ser que, por fin, los responsables de determinados aspectos del futuro de las tierras del Duero han descubierto que la historia de la humanidad, según frase de un célebre historiador, ha nacido en el curso de los ríos, cosa fácil de entender y que se completa, de manera definitiva, añadiendo «pero se ha escrito a lo largo de los caminos». Esta magnífica síntesis debe constituir la base de la filosofía de todos los principios y estudios programáticos para convertir en una unidad positiva las tierras del Duero o Douro, añadiendo la apostilla de que nunca tendrá buen fin aquello que la naturaleza ha unido y el hombre se empeña en separar. Han pasado siglos desde esa separación histórica y me viene a la memoria un dicho popular de las gentes del campo burgalés que, ante situaciones semejantes, aplicaban el dicho: «Vuestro es el reloj, pero mío es el tiempo». Qué claro está el viejo pensamiento en este caso. Han pasado siglos y ha llegado el tiempo de creer en la unidad de estas tierras como una solución histórica definitiva.

Si la historia se ha escrito a lo largo de los caminos, también los ríos se han definido y considerado como caminos que andan, completando de manera muy clara y definitiva su importancia como factor definitivo en el desarrollo integral de la historia de la humanidad. Pero los pueblos, con esa sencilla intuición que da el tiempo hecho experiencia y convertido en historia, descubren esas verdades a través de la experiencia. Aquí, parece que hace tiempo que comenzó a ponerse en práctica a lo largo de La Raya con sus manifestaciones religiosas hace siglos y por último con todas las manifestaciones culturales, que acercan, enlazan y unen como lo estamos disfrutando desde Trabazos a Braganza y desde Miranda a la misma Zamora, sin olvidar la villa del Marquesado que mantiene firme la cabecera de todas las tierras de este lado abiertas a toda relación y encuentro con Tras os Montes, ni tampoco la importancia de Carbajales. En estos días, en el encuentro en la Afonso Henriques, se ha debatido sobre este intento de encontrar y abrir los caminos que permitan escribir la historia de este siglo de todas las tierras del Duero, tarea fácil si los prejuicios y radicalismos se dejan en casa y el futuro y la unión marcan las líneas maestras de estos encuentros.

Sueño dorado que nace a lo largo de los avatares del diecinueve y se malogra por falta de una visión futurista que afortunadamente el pueblo llano ha tomado como suya, que al fin y al cabo es quien trabaja en el tajo diario de la vida, sufre y carga con ese diario olvido de las altas instancias ajenas a ese diario y duro encuentro, a veces consigo mismo por ese desgraciado olvido.

Un día junto al Duero, hace más de ocho siglos, nació ese reino, justo es que sea el Duero el hilo conductor de ese encuentro, volviendo a nuestro comienzo de que la historia ha seguido el curso de los ríos, junto a ellos vuelve a encontrarse y a seguir el mismo camino juntos. Que las altas cumbres de la Administración no olviden los valles y las tierras llanas, donde se trabaja, se sueña y se espera.