El próximo sábado por la tarde (San Cipriano, 19.00 horas) el Pórtico de Zamora recibe al maestro Jordi Savall y algunos de los músicos que componen su grupo Hesperion XXI para tocar «Folías y romanescas». La expectación ha sido tal que las entradas ya se han agotado, caso idéntico del concierto de Tenebrae Consort que abre el ciclo el viernes. La venta de billetes para el resto de actuaciones sigue abierta en las oficinas del Festival, a través del Servicio de Televenta (980 53 65 88) o en el Museo Etnográfico los días de los conciertos sin la localidad garantizada.

-Participó en el estreno del Pórtico en 2003, regresó en 2010 y ahora viene al frente de Hesperion XXI, ¿qué supone esta visita?

-Para mí Zamora es una ciudad con una relación muy especial, con una serie de iglesias donde se hacen conciertos que son un privilegio. Poder hacer música en sitios como los de esta ciudad supone un regalo. Sobre todo por el programa que haremos, «Folías y romanescas», con piezas de Diego Ortiz, Pedro Guerrero, Cabezón o Santiago de Murcia.

-La última vez que vino al Pórtico lo hizo acompañado únicamente su viola. Ahora viene con Hesperion XXI. Háblenos de los músicos que le acompañan.

-Venimos con el guitarrista Rolf Lislevand, el tocador de arpa Andrew Lawrence-King y mi percusionista de muchos años Pedro Estevan. Son músicos experimentadísimos en sus repertorios y es un placer compartir este concierto con compañeros con los que podría tocar llegando cinco minutos antes de la actuación sin hablar siquiera. Nos conocemos mucho y son repertorios que tenemos muy asimilados.

-¿Cómo surge Hesperion XX y después XXI?

-Hesperion nace ahora exactamente cuarenta años con varios músicos para dedicarnos a hacer música española antigua, sobre todo medieval y del renacimiento. Poco a poco, la formación se va ampliando y desarrollando con todo tipo de proyectos. Desde canciones de los siglos de oro hasta las músicas de Bach. Es un conjunto muy flexible que puede abordar desde las músicas de los trovadores hasta prácticamente el Barroco.

-¿Qué significa el nombre «Hesperion»?

-Hesperion viene de «Hesperio», nombre del planeta Venus en occidente. También el nombre que los griegos daban a Italia y España. Al afrontar el repertorio latino, buscamos este nombre para reflejar la idea de nuestro propósito. Para mostrar nuestra filosofía -interpretar la música antigua como si fuera de hoy- le pusimos las equis del siglo XX y cuando cruzamos el segundo milenio cambiamos a XXI. Son partituras antiguas que cobrarán vida en el concierto para convertirse en únicas, irrepetibles. Habrá improvisación y creación. Por eso no hay música antigua, sino partituras antiguas.

-La producción discográfica de Hesperion XX y XXI es inmensa, pero ¿le gustaría destacar alguno de esos trabajos?

-Esto es complicadísimo. Publicamos una media de seis discos al año con Alia Vox donde un mínimo de tres son creaciones. Llevamos un ritmo muy intenso de trabajo porque yo siempre he creído importante que cada momento de la vida es irrepetible. La grabación es como la foto que haces de cualquier momento de la vida. Pasará un año y ya no serás el mismo.

-En estas cuatro décadas, ¿ha cumplido todas sus inquietudes?

-Cuando empezamos, nunca nos hubiésemos podido imaginar que realizaríamos lo que hemos conseguido. Nos iniciamos con varios conciertos y aquello fue una cosa fabulosa. Nos escuchó un productor de EMI y nos invitó a hacer discos con ellos. En la vida te pones unos objetivos, pero es difícil saber lo que va a pasar. Estoy contento de lo que he hecho en mi vida y pienso que no puedo quejarme, pero sí tengo unas cosas clavadas en mi parte nostálgica. Y es no haber encontrado apoyo institucional para abordar la colección completa de compositores como Francisco Guerrero o Tomás Luis de Victoria. Luché durante años, pero me encontré con tal desinterés e ignorancia que tuvimos que renunciar.

-Las puertas a las que llamó estaban cerradas?

-Nadie entendía qué valor puede tener la obra completa de Tomás Luis de Victoria, por ejemplo. Lo recuerdo como un gusto amargo. Qué pena que en nuestro propio país tengamos tan poco aprecio por los grandes maestros de la música. Y la respuesta es ignorancia, el peor enemigo del género humano.

-¿La música es también una manera de contar la historia?

-Con Alia Vox es lo que estamos haciendo con los nuevos proyectos de libro-disco. Trabajos como Don Quijote de la Mancha de Cervantes, Cristóbal Colón, La Ruta de Oriente, Dinastía Borgia, Erasmo, El reino olvidado de los cátaros, Mare Nostrum, Jerusalem? Son discos que abordan la historia con la emoción de lo vivido, junto con textos importantes y una buena cronología de los hechos más importantes y de imágenes. Son una forma de aprender la Historia con el corazón y los sentimientos.

-Uno de aquellos trabajos, Dinastía Borgia, recibió enormes elogios, ¿cómo recuerda la experiencia de la grabación en un edificio histórico?

-Fue un trabajo muy largo de preparación porque nos obligó a investigar repertorios desde Calixto III a Alejandro VI y esto nos llevó varios días en la Biblioteca del Vaticano. Una labor intensa y cansada. Trabajamos en condiciones difíciles porque solo podíamos grabar cuando el museo estaba cerrado, a veces hasta las cinco de la mañana. Sin embargo, esto nos da una fuerza enorme. Cuando a las siete de la mañana estás grabando agotado, tienes que poner un suplemento de alma.

-¿Qué importancia tienen los espacios históricos en la interpretación de la música?

-Lo más importante es la acústica. Para los instrumentos antiguos una acústica con cierta reverberación hace que los armónicos aumenten y se transmitan por el espacio sonoro. También está el factor espiritual porque el lugar crea una atmósfera que te ayuda a comprender mejor lo que estás escuchando.

-En Zamora, expertos van a reconstruir instrumentos antiguos a través de los relieves de la Colegiata de Toro, ¿cómo es esta labor de recuperación?

-Hay dos factores. Hay que informarse bien porque los relieves a veces no son suficientes. Por suerte tenemos muchísima información de miniaturas y pinturas de época. Esto nos da bastante material si se completa con los instrumentos que se han conservado en las culturas orientales. Allí continúan fabricando salterios o laúdes como se hacían hace miles de años. Por eso es importante comparar y compartir la experiencia de estos lutieres cuya labor viene de generaciones.

-Dicen los religiosos que Dios siempre ha inspirado el arte, ¿está de acuerdo?

-Creo que cada uno se inspira en lo que cree. El arte religioso ha sido siempre, más que inspirado, patrocinado. Los grandes maestros del Siglo de Oro surgen porque las iglesias se peleaban para tener el mejor compositor y hacer las misas más bellas. Para eso, les pagaban. La inspiración misma viene del genio del compositor y de su forma de sentir la vida. En este sentido, creo que a veces la inspiración puede venir de la persona que es profundamente creyente como Guerrero, pero qué pasa con Jesualdo. Asesinó a su mujer porque la encontró con otro. Su música nos transmite algo, quizá esta locura. Por eso, el arte tiene muchas fuentes de inspiración, pero la más fuerte de todas es el amor. La creencia de religiosa es la forma más pura de amor.

-Con Hesperion grabó un disco de Cantigas de Santa María de Alfonso X, ¿cómo valora la labor del rey sabio?

-Es una de las colecciones más importantes de la historia de la música y ahora estoy trabajando en ella. Preparamos una nueva edición del primer registro discográfico para grabar cantigas instrumentales y material de tradición popular de Galicia. Es increíble la riqueza y la modernidad de estas melodías, las más perfectas que te puedas imaginar, construidas con un sentido de la belleza impensable. No sabemos si el rey sabio compuso todo, pero su labor de recopilación fue muy valiosa.

-¿Podemos viajar con la música con grabaciones como The Celtic Viol?

-Es un viaje para recordar que la música no solo es la de autores conocidos y dentro del mundo clásico. La calidad no depende de si el compositor es un genio. Hay muchas composiciones anónimas que vienen del sufrimiento, de la nostalgia, de la persona que padece y tiene que agarrarse a la música para sobrevivir. Así se compusieron los cantos tradicionales de emigrantes, de los judíos sefardíes, de las comunidades oprimidas que se enfrentaban al poder y se veían forzados a partir para poder vivir. Es un canto que te toca el alma. Lo hice con las melodías celtas, también con la música de Armenia, este año con los Balcanes y he descubierto cosas sublimes. Esto es la vida: descubrir lo que vale la pena.

-Usted ama la música antigua, ¿qué hacemos en la actualidad?

-Como en todas las épocas, hay gente que está haciendo maravillas. La forma más evidente está en las bandas sonoras, algunas absolutamente fantásticas. Algunos compositores se llegan a conocer. Se hace más música que nunca y esto hace que sea muy difícil captar lo esencial. Si comparamos el número de compositores de la época de Alfonso X que conozcamos hoy, los contamos con los dedos de una mano. Hoy por hoy, hay por lo menos cien mil compositores que se creen importantes. Para escucharlos a todos, ¿quién puede hacerlo? Lo difícil hoy es saber escoger porque también hay música que no vale nada, nos engaña y solo sirve para llenar el tiempo.

-El fallecido guitarrista ha recibido elogios de todo tipo, ¿lo conocía personalmente?

-Conocí a Paco hace muchos años en un aeropuerto de Estados Unidos y estuvimos charlando un buen rato. Teníamos muchas cosas en común y nos apreciábamos mutuamente. He tenido siempre una gran admiración hacia él. Paco es una persona de gran humanidad y ha sabido imponer a la música una calidad divina. Sabía conectar con la guitarra y el público de una manera excepcional. Él siempre estará con nosotros y eso es excepcional.

-En cada entrevista, deja una frase para enmarcar, ¿cuál se le ocurre esta vez?

-Tal como lo podría representar ahora, voy a hacer 73 años este verano, creo que la vida vale la pena haberla vivido cuando puedes imaginar que lo que haces puede inspirar a otras personas a encontrar un camino. Esto es lo que más me gustaría.

Barcelona (1941)

Jordi Savall es un músico polifacético que goza de un enorme prestigio en en el mundo de la interpretación y la dirección. Estudioso de la producción de la música antigua, intérprete de viola da gamba y director de Hesperion XXI, Savall destaca por su sensibilidad, erudición y la enorme intensidad que imprime a su trabajo. No en vano, ofrece más de un centenar de conciertos cada año, es decir, prácticamente una actuación cada dos o tres días.