Ama hasta la incongruencia el cante flamenco y le gusta saber por qué. Por eso no se queda en la epidermis del decir acompasado, dulcificado por la sonanta. Busca abajo, donde se esconde la verdad entre las necesidades del vivir. Juan Pinilla está un poco harto de que lo presenten como el cantaor intelectual, pero lo es. Así que se aguante. Arqueólogo de la flamencología, bucea y siempre encuentra argumentos de antes que le sirven ahora. Payo de Granada no puede parar y anda en todo, sin olvidar la parte: el cante, que es lo importante, aunque no hace ascos a la traducción ni al arte de los comediantes, que todo es pura realidad.

Anda en ello, pero sabe que "es difícil ser consecuente" en esta sociedad. Y más siendo de izquierdas por el "buenismo" que se le supone a quien es de esta condición. Él no se calla y por eso ha sufrido amenazas de quienes "no han sabido aprender de los errores del pasado". Él es ante todo cantaor, aunque con él siempre va su mochila y para justificarse cita a Saramago: "Donde va el artista, va la persona". Huye del flamenquito: "Fusión con fusión es confusión", cita a alguien. El futuro lo quiere. Tiene una proyección a la que no se le ve el final. Hoy ameniza, acompañado de David Caro a la guitarra, la Misa Flamenca en la iglesia de San Juan. Cantará con sentimiento y es que nadie tiene en cuenta tanto a Dios como los agnósticos. Hablar con él (con Juan Pinilla, no con Dios, ¡quién pudiera!), aunque sea por teléfono, enriquece.

-Cantaor intelectual, ¿no está harto del adjetivo?

-Un poco sí porque la palabra intelectual está prostituida en España...

-¿Qué supuso para usted ganar la Lámpara Minera en 2007?

-Un antes y un después. Me di cuenta de que me podía dedicar profesionalmente a cantar. Fue un reconocimiento. Creció mi vanidad artística, vi un horizonte claro. Antes cantaba por afición. Un amigo me apunto al concurso y gané. Fue muy importante.

-Artista flamenco, escritor, comunicador, crítico, hombre de izquierdas comprometido con su tiempo, ¿cómo se compagina todo eso?

-Respondo citando a Saramago: "Donde va el artista, va la persona". Soy como soy: pienso y siento. Y cantando busco que el público se meta en la letra, en la música. Si así ocurre, se produce el milagro de la transmisión.

-El cante es, a veces, quejío, pero, sobre todo, es juerga, alegría, ¿no es el flamenco actual demasiado complaciente con los poderosos?

-Hoy día sí, pero no ocurrió siempre igual. En los años sesenta y setenta hubo un grupo de cantaores que se enfrentó al régimen y tuvo problemas. El flamenco nace de la opresión, en esencia es la queja por una situación de injusticia. Pero es verdad que ahora sí es complaciente.

-Hombre de vocación renacentista, ¿tiene predilección por alguna de sus facultades?

-Aprecio mi condición de cantaor, también me gusta mucho el periodismo. Pero las cosas no se pueden separar, todas van en un todo.

-¿Cómo se lleva hoy lo de ser hombre de izquierdas, militante comprometido del Partido Comunista?

-Es verdad que soy "rara avis". Pero no lo llevo mal. No soy revanchista. No me gusta remover las cosas. Intento ser consecuente aunque sea difícil. Hay que aprender de los errores del pasado...

-¿Ha sufrido amenazas por su compromiso?

-Sí. Y también me han quitado de algunos "carteles". Pero la vida es así, ser congruente es muy difícil.

-Un agnóstico amenizando la Misa Flamenca.

-Resulta curioso. Pero han sido cantaores flamencos los que más han impulsado y trabajado la Misa Flamenca. Enrique Morente hizo una gran labor y antes Alfredo Arrebola. Hay que tener sentimientos y ser profesional, con eso basta. Yo canto saetas y me gusta, lo hago con todo el respeto y las siento. Y en la Misa me pasa igual.

-¿Cree que el flamenquito es una opción o el camino de los que no pueden llegar?

-El flamenquito es una derivación, no existe como tal, es un adjetivo. Fusión con fusión es confusión. Otra cosa es la evolución. Un cantaor busca y avanza y fusiona cosas. Eso siempre se ha hecho, pero desde el conocimiento del arte, estando dentro, manejando la entraña de los palos, siempre desde la autenticidad. Pero no todo el mundo puede ser Paco de Lucía.

-¿La declaración de bien de interés cultural inmaterial de la humanidad ha ayudado al cante?

-Creo que no. Seguramente ha sido al revés. El flamenco ha ayudado a la Unesco. Enrique Morente lo decía: la humanidad es patrimonio del flamenco. Yo pienso lo mismo. El cante había conquistado todos los rincones y la oficialidad lo que ha hecho ahora es reconocer lo que ya existía.

-La letra como camino al sentimiento o la música que hace fluir lo que está dentro, ¿que es más importante en una composición?

-Las dos cosas. Hubo un tiempo en que se valoraba mucho la letra. Los grandes poetas: Lorca, Machado, Cernuda, Miguel Hernández... han prestado sus poemas a los diferentes palos. Ahora hay quien cuida más la música. La creación tiene que tener las dos vertientes, tiene que llegar al espectador, hacerlo sentir. El vehículo es el cante, pero detrás hay un mensaje que entra mucho mejor con la buena música.

-Música que crearon gentes sin cultura, sin una preparación especial.

-Así es. Es increíble como gentes sin ninguna preparación consiguieron crear estructuras musicales tan complejas, tan llenas de vida, capaces de transmitir sentimientos.

-¿Cómo valora que el cante haya salido de las tabernas y haya conquistado los teatros de alcurnia?

-El flamenco tiene mucho de rito y necesita escenificación, es imposible que esto se pueda hacer como debe ser en un teatro. Pero hay público para todo, aunque es verdad que es necesaria esa chispa de improvisación, de autenticidad.

-Usted es un estudioso del jondo, de todo lo que lo envuelve. Desde su experiencia, ¿cómo se situaría, más cerca de Antonio Mairena o de Enrique Morente?

-Dos genios, sin duda, pero no hace falta escoger. A Mairena lo he conocido por su obra y a Morente personalmente. Los dos crearon escuela. De ellos tenemos mucho que aprender, en ellos está la esencia del flamenco--¿Tiene límites

esta expresión artística?¿Puede seguir evolucionando?

-El arte se mueve también por ciclos. El flamenco actual parece ir acercándose a las formas clásicas. Hay cantaores jóvenes como Jesús Méndez y otros que buscan la pureza. Pero el tiempo nos dirá hasta donde puede llegar este movimiento. Tradición y clasicismo ese parece ser el camino actual.

-¿Su nominación en 2014 a los Grammy supone un punto más de exigencia en su carrera, esto se va a notar en su nuevo trabajo?

-Tengo ya muy avanzado un nuevo disco que verá la luz en 2017. Este verano va a ser muy intenso, con muchos conciertos y una gira por 16 países que espero aprovechar al máximo...

-Un consejo para los políticos tras el 26J...

-Que sean más humanos, que piensen en la gente. Se ha perdido esa cercanía que tuvieron en una época Anguita, Felipe González e incluso Aznar con los votantes. Ahora todo es más artificial. Hay mucho político mediocre. No obstante, hay que confiar en la nueva hornada: Garzón, Rivera..., empieza a haber un cambio en el lenguaje. Quienes gobiernen tienen que hacerlo pensando siempre en el pueblo. No es tan difícil, ¿no?

-Zamora, ciudad cercada, Zamora abierta al flamenco...

-La conozco bien, me gusta. Antonio Mairena la llamaba la Andalucía del Norte. Es verdad. Sorprende la gran afición que existe y su entendimiento. La peña Amigos del Cante está haciendo una labor fundamental que debe ser valorada.