Las caras de sufrimiento de los ciclistas han sido la imagen de esta tercera etapa de la Vuelta a Zamora. Los corredores han tenido que soportar 100 kilómetros de tortura por la sierra sanabresa, y han llegado a la meta absolutamente devastados por el esfuerzo, y eso que, por la mañana, en el control de firmas, algunos como Kwiatkowski se las prometían muy felices, pero, una vez subidos a la bicicleta, las cosas comenzaron a torcerse.

El ciclista polaco del Azysa, líder, hasta ayer, de la ronda zamorana, fue uno de los que más sufrió sobre la bicicleta, o, al menos, uno de los que más lo exteriorizó. Kwiatkowski dejó todo un repertorio de gestos y muecas que hacían ver lo mal que lo estaba pasando para aguantar el ritmo de los mejores. Al final, tuvo que darse por vencido, y es que el parque eólico está muy arriba.

También sufrió, y de lo lindo, José Antonio De Segovia. El ciclista del Supermercados Froiz marchaba primero en la etapa, cuando, en el último descenso, se fue al suelo. El pundonoroso ciclista se levantó de inmediato y retomó la marcha, aún en primer lugar. No obstante, la caído fue realmente dura, y De Segovia tuvo que sufrir hasta el final de la etapa, tras ser superado en las primeras rampas del Moruxal, con sus aparatosas y, a buen seguro, dolorosas heridas, como lastre adicional.

Por su parte, Javier Manzano y Alfonso Suaña, corredores zamoranos, trataron de ser profetas en su tierra en el día más complicado y, aunque no lo consiguieron, dejaron el pabellón bien alto delante de su gente, y demostraron que, en Zamora también hay buenos ciclistas. Ellos, como los demás, finalizaron la etapa exhaustos, aunque, quizá, tengan algún as guardado en la manga para la etapa de hoy.

En cuanto al público, una vez más, se volcó con los ciclistas. Incluso, algunos de los que estaban situados en la línea de meta se volcaron demasiado sobre una hilera de vallas, que se fue al suelo ante el ímpetu de los seguidores que jaleaban la entrada de los ciclistas en la línea de meta, situada en el Alto del Moruxal.