Transitaba por el callejón cuando apareció el McLaren. Rueda con rueda en una lucha de cuadrigas. El asturiano se aferró al volante y apretó los dientes. Pasó el Ferrari.

Pegado el uno al otro siguieron hasta encontrarse a Buemi, líder de circunstancias por el baile en los garajes. El tráfico perjudicó a Alonso. Era la vuelta en la que el suizo debía cambiar gomas. Y Hamilton entonces tenía más ritmo. El ovetense hostigó al Toro Rosso pero en la maniobra quedó bloqueado y perdió la posición frente al McLaren al tiempo que Buemi dejaba la pista mansamente.

A la batalla se sumó Webber porque aguantó más que nadie para el segundo relevo de gomas. Llegó a tener 11 segundos de ventaja pero los perdió todos cuando su compuesto duro desfallecía. De nuevo quedaba todo en manos de Hamilton y Alonso, todavía con 20 vueltas por delante.

El asturiano no sólo debía mirar al frente. Entretenidos con el australiano dieron tiempo a que llegase Button. Otra vez el tráfico jugó contra Alonso pues entró en escena el otro inglés de la parrilla sino porque en la maniobra para doblar a Chandhok el segundo coche de McLaren devoró al Ferrari.

Quedaban catorce vueltas y en el espectáculo de Hamilton y Alonso se había colocado un invitado al que ya no esperaban. Ya nadie evitó el doblete del equipo inglés. Alonso perdió un valioso segundo puesto pero demostró que está ahí, que sólo necesitaba un coche aceptable y algo de suerte. La que no tuvo Felipe Massa, cuatro veces en el pit lane, atrapado en la salida y envuelto en mil y un problemas. Cada vez hay menos dudas de quién es la referencia en Ferrari.

A Red Bull no le funcionó la estrategia y podrán lamentar los puntos que regalaron en Turquía con un enfrentamiento innecesario.