El ganadero J. B. R. sufrió en la noche del domingo al lunes una lobada en la explotación de ovino que regenta en la dehesa de Pelazas con el saldo de cuatro animales muertos, otros cuatro heridos y otros "tres o cuatro desaparecidos".

Además, se las vieron y se las desearon para mantener los cuerpos sobre el terreno, y que pudieran verlos los agentes medioambientales para certificar la autoría, ante el acoso de decenas de buitres, que rápidamente hicieron acto de presencia para cebarse en los animales sentenciados por los cánidos.

Los lobos perpetraron el ataque en una explotación que cuenta con unas 650 cabezas de ovino, y sobre un hatajo que se hallaba en un cercado situado a un kilómetro de las viviendas.

"Todas las reses estaban mordidas por el cuello, alguna también comida por la zona de las costillas" expresan fuentes de la explotación ganadera.

Se percataron del estrago una vez que atendieron a las madres y a las crías -es momento de paridera- y fueron a atender el ganado situado en el exterior y en el campo. Cuando volvieron "a buscar la furgoneta" y regresaron a la zona, los buitres se habían apoderado de algunos animales y "daban hasta miedo", expresan las mismas fuentes. Pelazas se halla en un punto que recorren a diario los buitres instalados en Arribes del Duero. La voracidad de los carroñeros es algo que también llamó la atención del ganadero. Los afectados consideran que la solución pasa por mantener el lobo "en lugares donde no puedan hacer daño. No somos partidarios de que se le mate, pero así, matándonos las ovejas, no nos permite hacer la vida". Los agentes medioambientales certificaron la autoría al lobo.