A Dary Marino Bermúdez siempre se le dio bien la pintura. "De pequeña me decían que calcaba los dibujos, pero no era verdad, eran míos" defiende. Aquella virtud y el desgarrador destino que le obligó a abandonar su pueblo para construir un embalse, marcaron a esta profesora jubilada hasta convertirla en una de las más activas transmisoras de la memoria de Argusino. La nostalgia ha sido el principal alimento de esta artista sayaguesa a la hora de plasmar en el lienzo parajes y vivencias de sus años de niñez y juventud en Argusino. Una pintura realista y muy detallista permite evocar con gran precisión lo que fue "el mejor pueblo de Sayago" enfatiza con orgullo. Escenas campestres, las casas, la iglesia, los enseres, detalles más personales como el escritorio de su padre, que era el secretario, las huertas, los enseres que daban vida a las viviendas... Los cuadros de Dary Marino -en óleo, acrílico, acuarela, plumilla, carbón o pastel- transportan con admirable realismo al pueblo sumergido bajo las aguas del Tormes hace 50 años.

-¿Qué edad tenía cuando todos los habitantes fueron expulsados de Argusino?

-Tenía 21 años. Cuando salimos yo no estaba en el pueblo, pero fue terrible. Estaba cumpliendo el servicio social en Asturias, después fui a Zamora a terminar la carrera y luego a Barcelona. No vi la salida de la gente, pero con el paso del tiempo me han venido muchos ¡muchos recuerdos! (enfatiza).

-¿Qué recuerdos?

-Por ejemplo de las amigas, porque yo hubiera querido un pueblo y así seguías una continuidad de las personas. Los hijos que tienen, los nietos, podrías ir siguiendo a las familias. Pero así es que estamos desperdigados por treinta y tantos pueblos y entonces no ves a mucha gente. El día de la romería de la Santa Cruz me he encontrado con personas que no había visto desde que existía Argusino. Lo más importante es que hubieran hecho un pueblo y que el embalse se llamara embalse de Argusino, lucho mucho por eso. Yo allá no voy (confiesa mientras señala sin mirar hacia las aguas del pantano del Tormes). No puedo.

-¿Qué siente cuando vuelve cada primer domingo de mayo a la romería de la Santa Cruz?

-Para mi es muy emocionante. Mucho. Yo a veces no puedo hablar de Argusino (silencio). Es duro, leo algo de Argusino y no puedo (llora), porque tengo mucha cosa dentro (se lleva la mano al pecho). Más que antes.

-¿Cómo era Argusino?

-El mejor pueblo de todo Sayago. Porque era un valle, todo esto eran huertas (señala hacia la vera del embalse ahora seco) y al ser un valle era un clima mediterráneo. Había olivos, frutales, había mucha huerta, la gente sobrevivía. Había agua en todas partes y el agua es riqueza. Se sobrevivía con todo porque toda la gente tenía sus gallinas, ovejas, vacas. Era una maravilla de pueblo.

-Fue a la escuela donde por aquella época había niños y niñas.

-Sí, fui a la escuela hasta que empecé bachillerato y luego en Zamora hice magisterio, porque era lo único que había. Después pude estudiar Bellas Artes en Barcelona, que era lo mío desde la escuela. Se me daba muy bien pintar; me decían que calcaba los dibujos y no. Pero la desaparición de mi pueblo es lo que más me empujó a pintar.

-¿Quién era su familia?

-Mi padre era secretario del Ayuntamiento, José Marino Peñas. Conservamos su escritorio en la casa de Villar del Buey. Y nuestra casa en Argusino era bastante nueva ¡vaya pena tener que abandonarla!. Cuando nos obligaron a salir quemaban las cosas. Quedaron las piedras porque no ardía, sino las queman también.

-¿Qué consecuencias tuvo todo eso para sus padres y en general para todo el pueblo, especialmente para las personas mayores?

-Mi madre no lo superó nunca; a mi padre no se le notaba tanto, pero mi madre es que no lo superó nunca. Mucha gente murió de depresión, de impotencia, hubo quienes se suicidaron. Llevaron hasta a los militares y encerraban en el Ayuntamiento a la gente que protestaba... Fue terrible. Por qué será que nunca hablan de este embalse. Hubo un tiempo en el que Antena 3 dedicaba cada día a un embalse y nunca hablaban del embalse de Argusino, el mayor de España y el segundo de Europa. Pues que sepa Iberduero que estamos aquí y no olvidamos. Hablan del embalse de Almendra y salto de Villlarino, que es donde está la central, pero a los que fastidiaron fue a los de Argusino. No quieren sacar este nombre en ningún sitio ¡Pero bueno!.

-¿En su DNI consta como nacida en Argusino?

-Sí, pero he luchado. Me quieren poner de Villar del Buey, pero yo no he nacido allí y Argusino sigue vivo. Me dice que no sale el ordenador, pues que lo escriban a mano porque yo he nacido en Argusino. Al final lo he conseguido. Pero por ejemplo a mi hermana le han puesto que es de Argujillo porque se parece la palabra. ¡Pero qué tiene que ver Argujillo con Argusino! ¿solo porque la palabra se le parece?.

-¿Cuántos cuadros puede haber pintado de su pueblo?

-Algunos de ellos cantidad de veces. La iglesia, las escuelas, la vista de todo el pueblo...

-¿Son esos recuerdos de la niñez y la juventud su fuente de inspiración?

-No, de la memoria poco. Me inspiro más por fotos, por todo lo que se cuenta en los periódicos o ahora en las televisiones. Todo eso me está recordando muchas cosas que había olvidado. Por ejemplo recordé hace unos días que llamábamos la carretera al corral. Y alguien al decirme la carretera pensé en una carretera de verdad. Pero no.

-¿Cómo mantener viva la memoria de Argusino?

-Haciendo cosas como éstas, con la romería, las reuniones, muchas actividades. Yo por ejemplo en verano organicé un encuentro. No busco protagonismos, solo quiero que Argusino no se olvide. Yo no digo era de Argusino, digo soy de Argusino, por eso "Argusino Vive" -en referencia al nombre de la asociación constituida con motivo del 50 aniversario de la desaparición del pueblo y cuyo logo ha pintado ella-.

-Incluso en Cataluña recuerdan los argusinejos a su pueblo ¿no?

-Desde luego. En Barcelona y alrededores, por toda Cataluña vive mucha gente de Argusino y yo los reúno de vez en cuando, hacemos fotos, las compartimos en un grupo. Nos solemos reunir en una casa de Castilla y León y hablamos de nuestro pueblo, llevamos fotos y recordamos mucho Argusino.

-Su destino fue entonces Barcelona.

-Vivo en Barcelona y he sido profesora 43 años de enseñanza primaria, especializada en Expresión Artística. Pero tenemos casa en Villar del Buey y vengo cada verano.

-Su vocación artística permite a muchos argusinejos conservar la memoria a través de sus cuadros, toda una satisfacción ¿no?

-Desde luego. Argusino es lo que me inspiró a pintar porque quería que todo el mundo tuviera un recuerdo de nuestro pueblo; no se trata de ganar, es por la satisfacción de que la gente tenga un recuerdo. Normalmente llevo los cuadros a la Feria de Moralina en agosto pero este año era especial -50 aniversario de la desaparición del pueblo- y también los he traído a la fiesta de la Santa Cruz. Este año también he hecho unos separadores de libros de recuerdo para la gente.