Gallegos del Río es un ayuntamiento alistano sin deudas. Es más, ediles de la corporación municipal han presumido muchas veces de tener una cuenta bancaria con muchos miles de euros. Seguramente, no hay dudas, lo que para ellos es un orgullo (¿personal?), para los vecinos no es sino una ineptitud manifiesta como políticos y autoridades. No se ha de valorar solo lo que se tiene, sino a costa de qué. El bienestar social, tanto en los pueblos como en las familias, no se mide por los plazos fijos o las cuentas corrientes en los bancos, si no por la prestación y disfrute de unos servicios públicos que contribuyan en el día a día a ofrecer a sus miembros y vecinos unas calidad de vida digna. Algunos políticos aún no se han dado cuenta que no es igual vivir, con dignidad, que sobrevivir contra vientos, mareas e incongruencias.

La atención sanitaria no es primordial, es imprescindible para conseguir esa calidad de vida digna, porque la salud, siempre fue, es y será lo primero. Los profesionales sanitarios, médicos y enfermeras, me consta, desarrollan una labor magnífica, por desgracia no siempre valorada como se merecen. Sin embargo los consultorios de atención primaria ofrecen grandes y muy graves deficiencias. Aunque en la puerta pongan el cartel del Sacyl y de la Junta de Castilla y León, son propiedad del ayuntamiento y el ayuntamiento ha de ser quien vele porque presten un servicio adecuado y cumplan con la normativa legal en la materia. Tienen razón los vecinos: una entidad pública, como el Ayuntamiento que preside Consuelo Gabella Gabella, no puede gastarse en fiestas, para jolgorios y bailar a altas horas de la madrugada, miles de euros anuales y luego no tener solo un poquito para poner unas puertas adecuadas, insonorizadas, y rampas en los consultorios.

No puede ser que un jubilado llegue con su mujer o madre al centro médico con la silla de ruedas y se encuentre con seis "pasales" de escalera imposibles de salvar. De juzgado de guardia que este invierno en algunos consultorios del municipio de Gallegos del Río se haya tenido que pasar consultas bajo cero, gélidas temperaturas que hasta los aparatos congelaban. Triste, muy triste, que un paciente llegue al médico y tenga que esperar al último para así poder guardar el secreto de su enfermedad y verse libre de las habladurías, porque desde la sala de espera se oye todo lo que pasa dentro.

La mayor parte del dinero que la corporación municipal de Gallegos del Río "gestiona" (es un decir), llega del Estado gracias a esos jubilados, empadronados, más de cien euros por persona, para eso, prestar y garantizar servicios. Hasta el que asó la manteca se daría cuenta que mejorar los centros médicos es más prioritario y necesario que el jolgorio. Ser político tiene sus derechos pero también sus deberes.