Un pequeño museo recordará el origen del Balneario de Calabor, en el moderno complejo de aguas termales que se construye, desde 2013, a escasos metros del enclave que diera nombre a las Aguas de Calabor. Conocidas desde la época romana y visigoda alcanzaron su máximo renombre en el siglo XIX, frecuentadas por personajes ilustres de la época como la emperatriz María Eugenia de Montijo. Sus aguas fueron declaradas de Utilidad Pública en 1887 por sus características minero medicinales, con lo que están a punto de cumplir los 130 años de su declaración.

El nuevo edificio tendrá una superficie de 2.800 metros cuadrados con 21 habitaciones repartidas en dos plantas, zonas comunes de recepción, bar, sala de estar, comedor, zona de oficinas, cocina, zona de almacenaje y aseos. La planta baja dispone de varias piscinas de aguas termales con sus respectivos equipamientos para un tratamiento completo y cabinas de tratamientos. En esta zona de uso común se situará el museo recordando el origen del balneario y la primera embotelladora de aguas, donde no faltarán algunos objetos representativos.

Las obras comenzaron en 2013 y en casi tres años se ha rematado la estructura del edificio y los elementos principales. Una edificación que María Duarte, gerente de Aguas de Calabor, califica de "arquitectura blanca" porque en ella se han seleccionado materiales nobles que no emiten ningún tipo de residuo, maderas, piedra y gruesas planchas de corcho natural para el aislamiento térmico y sonoro. Será además un edificio bioclimático que aprovecha las fuentes de energía naturales, incluida la geotérmica, para reducir el consumo energético y que el edificio sea energéticamente eficiente y sostenible.

La primera planta aloja 16 habitaciones de gran versatilidad, porque permite que una habitación amplíe su capacidad para adaptarse a las necesidades de una familia, por ejemplo. En la segunda planta se sitúan 5 estancias repartidas entre tres habitaciones, una villa doble y un apartamento que disponen de cocina y terraza independientes. Ninguna de las 21 habitaciones es igual a otra, y las alojadas en las esquinas siempre incorporan mejoras adicionales, como terrazas, chimenea. Algunas ofrecen el detalle de un corredor, orientado al sur, al estilo de la arquitectura sanabresa.

El impacto inicial de la construcción, situada a media ladera y visible prácticamente desde todo el valle, ha quedado mitigado por los revestimientos de piedra de toda la fachada que alterna zonas de granito con piedra de pizarra del país colocada al estilo de la zona. La fachada interior integra, como parte del conjunto, las capas de material pizarroso de la montaña visibles a través de los ventanales del vestíbulo principal, como si el edificio quisiera reflejarse en la ladera montañosa.

El manantial situado al pie de la ladera se ha canalizado en altura para proporcionar agua por encima de los 20 grados y alimentar las calderas que alimentan las aguas termales de las piscinas del nuevo balneario. La obra ha avanzado considerablemente aunque todavía no hay una fecha de terminación, aunque se intentará que se aproxime al 130 cumpleaños de la declaración como agua mineromedicinal.