La vida en los pueblos de la provincia era, a principios de siglo, inmensamente más activa y prolija que ahora. Da fe de ello la diversidad de oficios a los que se dedicaban sus habitantes, como reflejan las actas municipales de Corrales del Vino, que apuntan nada menos que 101 oficios en el año 1912-1915, recopilados todos ellos en el último número de la Hoja Informativa Municipal. Por no hablar, de la población, mucho más abundante, ya que en esos años el padrón de población registraba en Corrales 1.856 habitantes en 508 familias.

Los trabajos permiten evocar también la evolución que ha tenido la propia sociedad, porque muchas de las profesiones que aparecen están ya extinguidas, bien porque la actividad económica que las sustentaba ha pasado a mejor vida, bien porque se han transformado o debido a que la mejoría económica las ha convertido en algo del pasado, como el oficio de pobre.

El comercio daba mucho de sí como fuente de empleo. En Corrales había tablajero, lo que hoy llamaríamos carnicero, pero también fresquero, que era como se llamaba a quien se dedicaba a la venta de pescado fresco. Lechero, confitero, panadero, tendero, droguero, verdulera, zapatero, aguadores, oficial barbero, estanquero, cartero, cafetero, buñolero, licorista, farmacéutica, modista, barbero, pintor, relojero o sastre. A día de hoy la panadería y dulcería sigue siendo reconocida por su calidad en el entorno y la provincia. En Corrales hay farmacia, bares y tiendas de ultramarinos

La localización del pueblo era importante en las infraestructuras viarias, ubicado a la vera de la nacional 630 y por donde transitaba el ferrocarril, lo que se refleja en un montón de oficios, como el de jefe de estación, guardagujas, factor de estación, obrero del ferrocarril, figonero, tabernero, fondista, posadera o mesonera. Las fuerzas de orden público tenían asimismo una presencia mucho mayor en el ámbito rural. En Corrales había, de hecho, teniente militar, soldado, carabinero, guardia civil, sargento del mismo cuerpo, guarda y alabardero (un soldado).

La actividad productiva de principios del siglos XX más rica que en la actualidad, sin duda por la inexistencia de productos industriales masivos y la necesidad de fabricar muchos de los útiles de la vida diaria en el mismo pueblo. Varios oficios artesanales que aparecen en las actas de la época están extinguidos, es el caso del hojalatero, calderero, herrador, caminero, colchonero tejero, cacharrera, molinero o barrero por ejemplo. Otros permanecen casi de manera testimonial: carpintero, botero, marmolista, herrador, hortelano, silletero, cabrero, hortelano, peletero, labrador, costurera, esquilador, electricista, pastor, albañil y carbonero.

La población de entonces requería mucho personal en lo que hoy llamaríamos el sector servicios, intermediarios incluidos y en oficios subalternos, como dependiente, mancebo de botica, jornalero, criado, mayordomo, sirvienta o empleados del servicio. Así, había revendedora, prestamista, tratante, comerciante, viajante ecónomo, acopiador (almacenista) especulador, traficante, capataz y propietario y escribiente. Había maestra, médico, practicante, veterinario, ingeniero, párroco, coadjutor, sacristán, secretario, regente, telefonista, cartero, alguacil.

Entre los oficios más curiosos aparecen los de tenedor de libros, casinero, pobre e incluso algún vecino que vivía de "su sexo" o quien no tenía ni oficio ni beneficio, además de los estudiantes según figura en las actas.