La cosecha de almendra de Fermoselle y Arribes de este año pasará a la historia por la inexistencia del producto. "No ha habido cosecha alguna" afirma César Ramos, que ha dejado la vida agrícola a excepción de los olivos. "Ni para hacer los postres caseros" es la sensación de quienes tienen en este fruto uno de los complementos típicos de la economía doméstica o incluso un negocio de compraventa.

Únicamente han conseguido "unas cajas" aquellos que han apostado por plantar algunos almendros de variedades modernas que dieron de sí algún resultado casi testimonial.

César Ramos señala que ha sido un año en que no ha habido fruta "en general". En su criterio, la falta de almendras no ha sido a las heladas, más bien lo atribuye a que "cuando estaba en flor llovió y el agua cayó sobre los vasos de la flor" y destrozó el desarrollo.

Floración "quemada"

Valentín Ramos asegura que esta campaña las plantaciones de autóctono no dieron nada porque "se quemó". Apunta que solamente ha conseguido recolectar unos contados kilos en la variedad americana, que es una planta más moderna, y tiene un poco más tardía la floración.

Sin embargo, los fermosellanos dan por perdido el año en cuanto a almendra se refiere. Tanto la típica de la zona, conocida como desmayo y que tiene un ciclo más largo, como las plantadas por algunos como la ferraduel o ferrandez, con un ciclo más corto porque la floración es algo más tarde, han pasado el año sin fruto.

La falta de almendra no ha tenido, en consecuencia, ninguna repercusión económica para una población que en un año puede llegar a comercializar entre los 50.000 y los 80.000 kilos. El año pasado se despertaron buenas expectativas "porque se abrió el mercado Chino" y el precio estuvo próximo a los dos euros con el IVA. La inexistencia de producto ha tenido su efecto en el precio que la almendra que este año puede sufrir un encarecimiento importante.