Un cordero con cinco patas, una de ellas surgida en el pecho, nacido en la explotación del fermosellano Ángel Manuel Díez Robles se ha convertido en el protagonista del rebaño desde su aparición en escena el pasado viernes.

El tierno animal mantiene un comportamiento completamente semejante a cualquiera de sus congéneres, mama y sigue el crecimiento feliz propio de un corderillo que aspira a ser un lechazo con todas las de la ley.

La quinta pata le cuelga del cuerpo "porque no tiene hueso", aunque cuenta con la pezuña como el resto de las extremidades.

La madre, al decir del ganadero, atiende a la criatura sin diferenciación alguna, y además es una madre "atlética", en expresión del dueño, que afirma que tiene una habilidad especial para saltar los obstáculos, al igual que otra oveja del grupo llamada "Saltarina".

No cortar la extremidad

El titular de la ganadería puso en conocimiento de la veterinaria el caso, y el consejo de la profesional fue que "no eliminara la pata al pequeño cordero", que cuelga como un distintivo en su frágil cuerpo, porque podrían derivarse consecuencias indeseadas debido a los calores reinantes y en caso de darse una difícil cicatrización.

Díez Robles afirma que en el mundo ganadero suelen darse nacimientos anormales, de crías con dos cabezas, dos crías que nacen junta u otras deformaciones, pero no es corriente ver un cordero con una pata en el pecho. Insiste que el cordero, que pesó al nacer entre dos y tres kilos, lleva adelante "con toda normalidad su vida", llamando la atención de las personas que lo han visto. No está entre ellas la mujer del ganadero, a quien no le ha trasmitido la noticia porque teme que se encapriche con el cordero. "Entonces para mi tengo" comenta. Díez Robles asegura que "basta que una persona se encapriche con un perro u otro animal doméstico para que le ocurra luego una desgracia"; de ahí que realice su quehacer con los cuidados habituales.

En estos momentos el cordero, al igual que otros y las madres, se mantienen dentro de la nave porque Ángel Manuel Díez considera que sacarlos al campo con las altas temperaturas reinantes "sería como asfixiarlas".

El destino de la llamativa criatura es seguir con la normalidad del resto e integrado como los demás.