El pequeño y carnívoro meloncillo, denominado en Portugal sacarrabos, está presente y más que asentado en el Parque Natural Arribes del Duero -y en otras orografías alistano y sanabresas- desde hace años aunque el Servicio de Medio Ambiente aún no tenga constancia de la estancia de este animal, según reconoció el jefe del Servicio Casto López, y no figure su nombre y estampa en las guías elaboradas últimamente sobre la fauna del espacio protegido.

"Pregunta si ha tomado algo", expresó con mofa un agente medioambiental cuando se denunció reiteradamente los ataques del oso a los colmenares de Muelas de los Caballeros, con las garras más que plasmadas sobre los cuadros destrozados de los panales asaltados. El apicultor carballés, convencido de los hechos y molesto por los daños, consiguió retratar al autor de las fechorías en plena faena aclarando todas las sospechas y cerrando el lenguaraz pico de los "bocalanes".

El meloncillo ha salido a la luz porque un ganadero de Fermoselle le atribuye los daños a sus ovejas y porque otros ganaderos del Parque Natural reconocen haberlo visto correr desde hace tiempo por los pagos que cohabitan. Unos y otros certifican que está asentado en el territorio y que, como tantas especies invasoras o colonizadorass, ya forman parte del ecosistema.

Sin embargo, es un animal conocido por biólogos que desde hace más de un lustro han tenido a bien reparar en esta mangosta, estudiado su expansión y presencia en la península ibérica. "Expansión del meloncilo en Portugal", de Tania Barros y Carlos Fonseca, y "Expansión y distribución desde Egipto del meloncillo en la península ibérica" de Alfonso Balmori y Alberto Carbonell, (publicados en Galemys de la Sociedad Española de Conservación y Estudio de Mamíferos) son dos trabajos (años 2011 y 2012 respectivamente) que dejan constancia de la integración de este carnívoro en el suelo hispano-lusitano. Y también de su multiplicación y proliferación por tratarse de un animal generalista en su alimentación y colonizador de escenarios que, como el Parque Natural del Duero, contó con una aportación extra de conejos, uno de sus alimentos preferidos, merced al programa de conservación del águila perdicera, que colmó de conejos Torregamones y Pinilla de Fermoselle.

Barros y Fonseca pretenden con su trabajo, nutrido en encuestas, avistamientos y registros, "avalar la distribución actual en el territorio portugués y analizar su expansión" y, al tiempo, "contribuir al mejor conocimiento de la especie". Un trabajo trasladable al suelo español fronterizo, donde la especie sigue la misma evolución. Cimentan su trabajo en la información aportada por cazadores, residentes en los pueblos y agentes medioambientales, por su contacto directo con el campo. Completan su labor con observaciones "in situ" y con los registros de animales atropellados. En su estudio ponen de manifiesto las escasas referencias existentes sobre el carnívoro y señalan que su distribución, hasta el final de la década de 1980, "solamente se ceñía al sur y centro del país", salvo algunas puntuales constancias en otros puntos. Fue a partir de 1990 cuando el meloncillo evolucionó de una forma "continua y uniforme" hacia el norte, hasta expandirse "por la totalidad del territorio".

Como factores que posibilitaron esta conquista territorial y explosión poblacional del carnívoro, Barros y Fonseca mencionan "su fácil adaptación al hábitat", siendo capaz de sobrevivir "en ambientes muy diferentes". Su acomodo es especialmente favorable en superficies "de densa cobertura vegetal". También se destaca que, al tratarse de una especie "exclusivamente diurna", goza de una menor competición con otros carnívoros de tamaño medio. Igualmente es un animal "con gran capacidad reproductiva, con un periodo de gestación de 72 a 88 días y tres crías por nidada".

El hecho de que sea una especie de buena boca, le permite quitar el hambre consumiendo "conejos, reptiles, anfibios, insectos, crustáceos, gastrópodos, huevos, aves...". Es calificado como un predador "oportunista", capaz de alimentarse más que suficientemente con lo existente en el medio que habita, y este buen estómago es algo que también favorece su expansión. Los estudiosos hacen referencia al lince, "como principal predador" de meloncillos, y el nuevo territorio colonizado de Arribes no es precisamente, por ahora, la casa del lince.

Barros y Fonseca señalan como otros factores que favorecen el asentamiento del meloncillo en "el abandono de las tierras agrícolas, el decrecimiento de la poblaciones rurales, la alteración de los usos de los suelos". Son cuestiones que evidencian "la extraordinaria capacidad adaptativa de la especie a los más diferentes tipos de hábitats y usos de suelo".

Alfonso Balmori y Roberto Carbonell ponen de relieve que "las poblaciones ibéricas de la mangosta tienen su propia identidad: una alta variabilidad genética y diferenciación de las poblaciones del norte de África". Reparan en que los casos recogidos en León (un ejemplar en el Bierzo) dejan ver una pervivencia de antaño y una expansión hacia el sur.

Desde luego, la proliferación de una especie que ha pasado desapercibida para la población y para la Administración ha entrado por sus constantes apariciones, y por los ganaderos que lo consideran otro causante de daños, en el magma de la sociedad. "Tras la denuncia, ahora todo el mundo dice que lo ha visto" expresan en Fermoselle. No es de reciente estampa. "Hace dos años ya indicamos a los guardas mediombientales la presencia de un bicho que no era ni zorra, ni tejón, ni garduña" señala un ganadero de Sayago. Si es capaz o no de atacar ganado es una cuestión discutida, admitida y desestimada. Alfonso Balmori señala al respecto que "me suena a una leyenda rural, pero no tengo datos para decir que no sea posible. Desde luego en las revistas científicas no lo he leído nunca, pero supongo que tampoco se puede descartar que suceda en algún caso".

La densidad de su población, y sus impactos, pasarán en adelante a ser tenidos en cuenta para diseñar una futura gestión sobre una especie que en estos momentos inquieta a ciertos ganaderos del Parque Natural de Arribes, llama la atención de las gentes por la presencia de un nuevo comensal y que es motivo de estudio de los biólogos.