La raza autóctona de asnal zamorano-leonesa cuenta actualmente con un total de 1.423 ejemplares repartidos entre 666 ganaderías. La gran esperanza para los pura sangre del oeste zamorano, declarada en peligro de extinción en 1987 por la Unión Europea, está en el asentamiento del censo pero muy en particular en el echo de que de ese número de reses 1.045 están inscritas en el Libro Genealógico de la Raza que gestiona la asociación de criadores Aszal (950 hembras y 95 machos).

En cuanto a los animales fértiles se cuentan 571 hembras reproductoras que en 2015 generaron un total de 110 nacimientos, en las mejores anualidades del programa de mejora de la raza se alcanzaron los 160 nacimientos. Entre los ejemplares nacidos e inscritos el pasado año 62 fueron burresas y 47 machos.

Castilla y León es la región con más ganaderías, un total de 618, que suman 1.265 reses. El resto de regiones con pura sangre zamorana son Madrid (con 58 ejemplares), Andalucía (22), Galicia (15), Extremadura (10), Cantabria (8), Asturias (8), Castilla-La Mancha (5), País Vasco (5), Aragón (3), Murcia (3), Cataluña (2) y La Rioja (1). En el extranjero se localizan un total de 18 ejemplares. Como no podía ser de otra manera Zamora es la provincia con más ejemplares de zamorano-leonesa, 800 en 509 ganaderías, la mayoría en Aliste. Todas las provincias castellano leonesas cuentan con ejemplares: Palencia (156), León (90), Salamanca (62), Ávila (37), Burgos (19), Soria (6) y Segovia (5).

No todo es positivo, en el lado malo está la situación bajo mínimos en algunos de los pueblos que tradicionalmente criaban la raza. Antaño cada familia contaba con al menos una burra, algo que ha cambiado actualmente a causa del abandono de la práctica agroganadera, los mayores se han ido jubilando y los jóvenes no toman la alternativa o los que lo hacen van hacia la modernización de explotaciones con maquinaria. Las burras son prescindibles y cada vez son más las localidades alistanas que no cuentan con ninguna.

Dada la situación actual de la zamorano-leonesa se considera fundamental optimizar los resultados reproductivos. Ello ha llevado a poner en marcha técnicas de reproducción asistida que contribuyen a la eficiencia y mejora sanitaria de los reproductores asegurando así su función. Según los expertos de Aszal, "la inseminación artificial nos permite disminuir el riesgo de transmisión de enfermedades venéreas, conocer la calidad de nuestros sementales y facilitar la posibilidad de cubrir burras en zonas donde no se dispone de sementales". Durante los últimos 13 años se ha incidido en el desarrollo de cada temporada reproductiva, de marzo a julio, actuando en dos vertientes: control reproductivo donde hay sementales y estableciendo circuitos de inseminación artificial en áreas donde no existe una parada cercana para servir a las burras de la zona, muy en particular en Aliste y Sayago.