"Las liebres, en enero, en el "tollero"". Y ahí estaban el día de Reyes, en los terrenos enfangados, en los bajos de las parcelas de trigo y cebada, donde el agua busca el calor inexistente de un sol vergonzoso. La campaña galguera está dando las boqueadas en la provincia y hay -y es difícil- casi unanimidad: ha sido mejor de lo que se esperaba allá cuando se abrió, en octubre, bajo malos augurios por una sequía prolongada y un otoño soso y extrañamente caliente.

Donde menos "rabonas" se han visto ha sido en Tierra de Campos. En esta comarca ha hecho más daño la falta de humedad acumulada durante meses. También herbicidas y pesticidas (¿para cuándo un estudio serio de las consecuencias de estos productos en la fauna?). Nadie quiere saber nada. Mejor, a nadie interesa hacer nada. Dejar estar, dejar pasar ("laissez faire, laissez passer") y que ruede el tiempo. Después, cuando ocurra, todos nos lamentaremos.

En las comarcas del sur de la provincia y en las del norte, sobre todo en Los Valles de Benavente, sí que se han movido las liebres, más de lo esperado. Lo confirma Tomás Yanes, gestor cinegético de cotos de la zona benaventana, satisfecho con el resultado de la temporada. "No era de prever, pero sí que se puede decir que ha sido un buen año de liebre".

Los galgueros creen que la primavera seca benefició a las poblaciones de "rabonas". "Cuando abril y mayo vienen muy húmedos se mueren muchas crías. En 2015 ocurrió todo lo contrario y por eso creemos que se han visto más liebres".

La afición a la caza con galgo crece en la provincia. Sus defensores argumentan que es "porque es la caza más natural y hay una filosofía en esa línea que se está imponiendo". Los practicantes cada vez seleccionan más sus perros y se busca la "excelencia". Pero no todo son parabienes en el sector. Sigue existiendo -y ahora más si cabe- miedo al robo de animales "que no ha parado aunque parezca que ahora hay menos denuncias, la gente ya está cansada", asegura un galguero que, "por precaución", no quiere identificarse. El miedo crece porque los pueblos "cada vez están más despoblados" y "no hay más que gente mayor; los granujas lo tienen fácil".

En estos días muchos cotos de la provincia han cazado sus zonas de reserva para evitar la consanguinidad de las liebres. Así lo volvieron a hacer los galgueros de Sanzoles el pasado miércoles, día de Reyes. Otra vez, como ya ocurriera el 8 de diciembre, las "rabonas" se hicieron presentes y los galgos demostraron que la especie va mejorando.

Esta actividad cinegética va unida también a la chanza y a la comida campestre de la cuadrilla. Es una de las mejores horas del día. Es cuando se analizan los lances de la jornada y surge la polémica y la comparación de los galgos. Eso también va en el mismo lote.