Vegalatrave de Alba revivió un año más, coincidiendo con la festividad de Todos los Santos, la ancestral y comunal costumbre de "El Cepo". Los vecinos se desplazaron al paraje de la Toza, donde se cortó una vieja encina, seca, que tras la comida campestre de hermandad fue llevada al pueblo. Allí se subastó por la tarde comprándola el vecino Emilio Gago, quien pagó por ella 300 euros. Se trata de una tradición de siglos entorno a la cual se congregan los mozos, antes, hoy también las mujeres, para rendir culto a los muertos del pueblo durante la llamada "noche de ánimas". La tradición mandaba que con el dinero se comprara un carnero para la cena de los mozos que habían de estar encordando (tocando a muerto) durante toda la noche.