La precaria campaña micológica ha favorecido a lo largo de esta semana la recogida de las castañas que está en pleno auge para disfrute de los castañicultores, que podrán incrementar los ingresos familiares con la venta de los frutos silvestres. El tamaño, en la Raya, sí importa cuando se habla de castañas, y así lo delatan los precios que los intermediarios de empresas foráneas y locales están pagando por el preciado manjar.

En Galicia un empresario está pagando por las castañas injertas -las más gordas- a 1,60 euros el kilo. En la comarca de Aliste los propios recolectores aseguran que un comerciante de Vega de Nuez se está moviendo entre el 1,50 y el 1,60 "siempre que sean muy gordas". En la villa de Alcañices también han alcanzado 1,60 y en Rabanales se mantienen en 1,50 el kilo.

En cuanto a las conocidas como "bravas" los precios están oscilando entre los 80 céntimos y el 1,20 euros por kilo. Sobre la cosecha hay opiniones para todos los gustos. "Donde las hay, hay muchas y grandes", asevera un recolector en Alcorcillo, mientras otro sentencia, en Gallegos del Río, que "haberlas haylas, pero son muy pequeñas". Aunque en el mercado agroalimentario -está visto que la imagen vende, y mucho-, las más apreciadas son las injertas y grandes, un error que cometen los consumidores poco expertos, pues los castañicultores alistanos aseveran "que para comer en crudo, cocidas o asadas las bravas son las mejores, porque tienen mucho más sabor". En una cosa hay unanimidad: "La castaña asada, caliente, acompañada con buen vino, frío".