"Estamos indefensos, aburridos, no nos hacen ni puñetero caso y este problema va a más de forma muy preocupante". Jaime Andrés Martín, presidente de la Junta Agropecuaria de Montamarta, pone voz al hartazgo e impotencia de los agricultores ante la creciente invasión de la fauna salvaje, de forma muy especial los ciervos, que literalmente está arrasando los cultivos.

Manadas de "80 y 90 animales" campan a sus anchas por los sembrados en busca de alimento, provocando cuantiosos destrozos ante la desesperación de los cultivadores que ya se plantean dejar de sembrar. "Para qué, ¿para dar de comer a los bichos mientras cuatro señoritos se lo pasan bien pegando tiros?" se preguntan indignados. En estas fechas es visible la huella de los ungulados en las parcelas de girasol donde, a punto de la recolección, hay corros que "no merece la pena ni que entre la cosechadora" apunta uno de los afectados.

Lo cierto es que los labradores de esta zona llevan años percibiendo la presencia de los ciervos, "pero en los dos últimos es una invasión" precisa Jaime Andrés. "Lo que no se entiende es que a un ganadero de Villardiegua de la Ribera le sacrificaran las vacas que andaban sueltas por el término y aquí anden los ciervos a sus anchas sin que nadie haga nada; nos parece una barbaridad lo que está pasando" expresa el representante de los agricultores de Montamarta. "Esto va a más, las poblaciones de ciervos son exageradas, en el invierno se pueden ver tranquilamente manadas de cuarenta o cincuenta animales; un día los arrea un perro o el lobo, se meten en la carretera y matan a una familia. Tardará en pasar más o menos, pero como no se tomen medidas urgentes y contundentes vamos a tener una desgracia".

La zona más afectada es una hoja de mil hectáreas donde coincide este año de barbecho y otras parcelas de girasol. Entre las malogradas plantas es visible el festín de los venados que no dudan en peregrinar varios kilómetros en busca de alimento. "Empiezan por la cabeza y es que ya no dejan ni los palos" se queja Ángel, otro de los agricultores afectados. Estos días se deja notar la presencia de los ciervos con los broncos bramidos de la berrea. "Mira como se los oye" comenta otro cultivador mientras muestra los daños. "Se comen los girasoles prácticamente enteros; otros años comían alguna cabeza pero es que ahora dejan alguna, el daño es horrible".

José Serrano no oculta su indignación. "Trabajamos para que se diviertan cuatro señoritos, para que tengan las dehesas llenas de animales salvajes y las mantengan cuatro pobrecillos" denuncia. Cazador y agricultor, asegura que "estoy a favor de la fauna pero no así, dando el gusto a gentes con mucho poder adquisitivo que lo que quieren es que proliferen los animales". Asegura que "hace diez años empezamos a ver venados y corzos que bajaban de la sierra, por allí han tenido que dejar de sembrar y a nosotros nos va a pasar lo mismo". Serrano carga contra los "cuatro pudientes que vienen a divertirse a costa nuestra, si quieren sus venados que cerquen las fincas y los mantengan ellos" expresa mostrando un sentir general de la gente del campo, harta de que la proliferación de la fauna salvaje repercuta en el medio de vida del sector agrario.

¿Medidas? Los agricultores apuestan por "un control efectivo" de la fauna; "no estamos contra los animales pero igual que hacen descastes de conejos que lo hagan también con los ciervos porque hay muchísimos y, qué adelantas con que concedan permisos para tres o cuatro bichos si hay una población de 500. No adelantas nada; estamos totalmente indefensos" se queja Jaime Andrés. "Mantenemos el monte a los cazadores de postín -denuncian-; los de Medio Ambiente saben lo que hay que pero no hacen nada".

"Si los ciervos en vez de comer girasoles, vezas o trigo le comieran la nómina a los políticos seguramente que habría bastantes menos; no se terminarían del todo pero habría menos" sentencia el presidente de la Junta Agropecuaria.