El saucano Alejandro Tejero y su mujer María de la Luz Morales, natural de un pueblo de raigambre taurina como San Sebastián de los Reyes (Madrid), no han vuelto a estar presentes en los espectáculos de Fuentesaúco desde la trágica muerte de su hijo Izan Tejero Izan Tejero, de 19 años, a consecuencia de las letales cornadas asestadas en plena calle por un toro durante el desarrollo del encierro nocturno organizado con motivo de las fiestas de la Visitación del año 2010.

Dolidos por la muerte del hijo, que les tiene sumidos en un estado de gran desánimo y, a la madre, "en tratamiento", también lo están porque consideran que fue un acontecimiento taurino carente de controles y con posibilidad de participar de todos aficionados, algunos en condiciones indebidas a consecuencia de la ingesta de alcohol, como reconocen que sucedió, "desgraciadamente", con su hijo.

No están contra festejo alguno, pero reprochan que no existió el control que define a otros municipios con espectáculos taurinos donde nadie que no vaya en plenas condiciones puede entrar en el circuito de los astados. En San Sebastián de los Reyes "no está permitido ir con mochila alguna ni siquiera con los cordones de las zapatillas sueltos". Por no decir en el encierro más famoso del mundo: San Fermín, donde nadie verá a un corredor con un vaso en la mano o mínimamente ebrio.

Pero están especialmente "molestos y desasosegados" porque en los medios apareciera un afirmación que consideran falsa. Y es que se recogió que "el Ayuntamiento de Fuentesaúco tuvo que recurrir en su día a los servicios jurídicos de la Diputación provincial para defenderse del procedimiento iniciado por la familia del fallecido debido a que no aceptó la propuesta de indemnización que ofrecía la aseguradora del Ayuntamiento". Una circunstancia que niegan con rotundidad y sobre la que han pedido rectificación a la Alcaldía, en escrito del 13 de abril, por considerar que "informaciones tan inveraces y tendenciosas atentan gravemente a su honor y les apunta como comercializadores de un hecho tan doloroso". Hasta el momento nadie ha dado respuesta a su escrito.

Los padres de Izan Tejero ponen de manifiesto que "nuestra interés, desde el primer momento, es conocer las circunstancias del fallecimiento y tratar de aclarar las numerosas irregularidades que, a nuestro entender, concurrieron en el encierro, con objeto de que en un futuro se tomen las medidas necesarias para que algo así no vuelva a ocurrir". Estas razones, remarcan, fue los que les llevó a acudir inicialmente al Ayuntamiento de Fuentesaúco y, posteriormente, a la vía judicial. Además de alertar sobre el peligro que encierran espectáculos taurinos en los que pueden participar jóvenes que llevan horas metidos en una atmósfera de alegría y juerga porque no existe un verdadero control.

La muerte del hijo ha sido un calvario para Alejandro Tejero y María de la Luz Morales porque el hecho de dar positivo en la tasa de sangre por la ingesta de alcohol ha servido a todos los organismos y entidades para cargar sobre la víctima toda la responsabilidad y lavarse las manos. Tejero y Morales reiteran que no quieren que otros vivan la misma tragedia porque es posible tomar medidas y mayores medidas para evitar estos dolorosos desenlaces.

La realidad es que además de la muerte del hijo vieron de cerca la frialdad imperante. Tanto el Ayuntamiento de Fuentesaúco como el Juzgado de lo Contenciosos desestimó sus reclamaciones, y la aseguradora hizo lo propio señalando que "no procede hacernos cargo de las consecuencias económicas derivadas del hecho, habida cuenta de que las lesiones reclamadas se producen bajo el efecto del alcohol". Y la cuestión del alcohol es algo que la aseguradora tiene establecido "en su primer artículo" como prueba en el expediente redactado para justificar su posición.

Los padres reclamaron al Ayuntamiento una indemnización de 146.105 euros "por los daños morales ocasionados" como consecuencia del fallecimiento del hijo. Basaban su petición en presumibles irregularidades como que el festejo urbano no reunió las características de encierro urbano regulado, y consistió en una suelta de dos reses a su libre albedrío, en que no se trataba de astados peligrosos para un festejo nocturno sin garantía de seguridad para los ciudadanos.

Ayuntamiento y compañía aseguradora, por su parte, resaltan "la participación activa y voluntaria del joven en el encierro". Llevado el caso al Juzgado, la sala alude a la doctrina que acoge "la relevancia de la aceptación del riesgo por el perjudicado y la participación activa en el espectáculo taurino". También asume que el Ayuntamiento rectificó el recorrido para dirigirse, a las 3.00 horas, desde la plaza de toros hasta la plaza del Doctor Armenteros, donde se hallan los corrales, y se hallaba "perfectamente delimitado desde el inicio hasta el final por barreras, estructuras y talanqueras que reunían las debidas condiciones de seguridad, resistencia y forma, y cumplimientos legales". Se afirma, además, que "las reses corren ante la llamada de los participantes y durante el tiempo autorizado".

La Sala también considera el testimonio de L.H.G. que manifiesta que "hubo gente que, desde donde yo estaba le gritamos para que se quitara y, posteriormente, escuché comentarios que lo habían intentado sacar del recorrido varias veces, pero volvió a entrar".