La Soria rural registra hoy una densidad de población de cuatro habitantes por kilómetro cuadrado. Con apenas 90.000 almas, "todos los habitantes de Soria caben en el Nou Camp y sobrarían asientos; solo las tierras altas de Escocia, Laponia y los desiertos están por debajo" revela el periodista Luis Miguel de Dios. Con una pérdida de 2.500 personas cada año, Zamora lleva el mismo camino que su vecina del este.

La caída libre de población en la que está inmersa la provincia obliga a "medidas de emergencia". "Hay que pasar a la acción" lanza el periodista Celedonio Pérez. Basta de palabras, estudios que no van a ningún sitio. "Si no se reacciona, comarcas como las del oeste de Zamora están abocadas a desaparecer; hace falta un plan de repoblación casi como lo hubo en la Edad Media o en el siglo XIX. Es verdad que eso llevaría a medidas muy impopulares, como por ejemplo expropiar viviendas, pero no hacer nada es la muerte en una agonía lenta. Si se quieren buscar soluciones hay que dar un puñetazo encima de la mesa" abunda Luis Miguel de Dios.

Los habitantes de los pueblos, los orgullosos vecinos del medio rural, ponen negro sobre blanco a una realidad tan asombrosa que roza increíble. "La despoblación es el problema más importante de la provincia, por encima del paro o de la situación económica", sostiene Celedonio Pérez, redactor jefe de La Opinión-El Correo de Zamora.

Un aserto que representa el sentir de quienes la tarde del viernes se sentaron frente a una mesa para hablar sobre la realidad del mundo rural. Además de los periodistas zamoranos, el primero de Guarrate y el segundo de Sanzoles, estaban en la mesa Mar Rivas, asentada en San Vitero desde 2010 cuando se trasladó con su familia desde Madrid; Camino Gómez, un "espíritu urbano" que un día decidió volver a la raíces y desde hace una década vive en Losacio donde regenta un "hotelito" rural; y Genaro Leal, vecino de Santa Clara de Avedillo.

Todo ellos, hombres y mujeres orgullosos de ser y vivir en el pueblo, fueron invitados por el Equipo de Pastoral Rural Misionera, que lidera el sacerdote Teo Nieto, para aportar una reflexión sobre el presente y el futuro del mundo rural. También soluciones. De tal calado es la sangría de los censos que hoy no se entiende hablar pueblos sin hacerlo también de despoblación.

El debate es viejo, los estudios muchos, sobran las bienintencionadas comisiones políticas, montañas de papel mojado. "Miguel Delibes ya lo vio hace años, ya lo reflejó en su serie "Ancha es Castilla" pero no aprendemos, volvemos a encargar estudios y sin embargo no hay medidas que hayan funcionado" expuso de Dios.

Hubo una época floreciente, como recordó Celedonio Pérez. "En Zamora a finales del siglo XIX había más habitantes que en Vizcaya y Guipúzcoa juntas. En 1950 había 316.000, ahora 185.000. En una provincia con 248 ayuntamientos y 506 núcleos, solo 20 pueblos tienen más de mil habitantes". Con tales mimbres y al ritmo que se pierde población "en 20 ó 30 años la mayoría de los pueblos pueden desaparecer. No habrá provincia porque no habrá nadie que la sujete" vaticinó el periodista de Sanzoles, para quien "no valen paños calientes; las administraciones no van a actuar si no hay una presión desde el ámbito rural, que se implique todos los colectivos, incluida la Iglesia. Tenemos que hacerles creer que somos importantes, que hay una dignidad que hay que mantener".

Sobre la mesa no faltan ideas. "Debe convivir el campesino con el que maneja el ordenador, no vale tener una visión solo agrarista, hay que mimar a los emprendedores. Ceder terrenos, prestar servicios a coste cero, que los ayuntamientos primen con ayudas directas. La situación es tan grave que nadie se debe llevar las manos a la cabeza si se pide una prima rural, una subvención pública solo por vivir en los pueblos" lanzó el redactor jefe de La Opinión-El Correo.

"Los problemas no son solo de las administraciones, con no tenerlas en contra y que nos dejen hacer ya hemos ganado mucho porque somos capaces. No solo de pedir vive el hombre; hay que hacer, hay que moverse, luchar. Es muy cómodo recibir una prestación social, creo que hay un problema muy serio de mentalidad" defiende Camino Gómez.

Esta joven emprendedora, a punto de ser madre, destila positividad frente a los pesimistas. Habla desde su experiencia, la de una joven trotamundos, urbanita confesa que donde antes veía inconvenientes por vivir en una colectividad tan pequeña -90 habitantes en Losacio- hoy aprecia solidaridad y desvelo por el vecino. Y donde sentía "preocupación" por no ofrecer a su hijo las oportunidades que se le abren a un niño de la ciudad hoy comprende que "estamos obsesionados por la acumulación de conocimientos pero no por la acumulación de valores".

María del Mar Rivas, farmacéutica, casada y madre de dos hijos. Después de toda la vida trabajando en ciudades, en 2004 dio "un giro radical" con su familia para asentarse en la comarca de Aliste donde dice haber encontrado "libertad y autonomía, un binomio que combina muy bien". En el "debe" Mar clama por el "mantenimiento de los servicios básicos" y opina que "no podemos quedar impasibles ante la despoblación". ¿Medidas? "Habilitar casas cerradas a través de acuerdos para que se puedan ocupar, un presupuesto para la repoblación, ceder terrenos para crear empresas, optimizar los recursos naturales, que los tenemos?" propone.

Genaro Leal impuso su veteranía en la mesa para poner el acento en "una juventud que está poco ruralizada; la gente está deseando hacerse de ciudad, no quieren saber nada de los pueblos". Y reclamó una "apuesta fuerte de la administración" que nada tiene que ver con los inoportunos arribismos de los políticos "que solo quieren votos". Genaro Leal apeló a su experiencia de creación de cooperativas agrícolas y ganaderas "que miraban por los socios y sin embargo ahora ya ni cuentan. Ya no hay jóvenes en el campo" lamentó. Y expuso un hecho palmario. "El día que cierran las escuelas en un pueblo estamos perdidos".

Las consecuencias de este panorama son "dramáticas". Según Celedonio Pérez "estamos avanzando hacia un desequilibrio territorial muy serio entre los pueblos y las ciudades". Y puso los apellidos. Un desequilibrio de la biodiversidad porque "aumentarán los depredadores, pero también desaparecería una cultura propia, un legado inmenso lingüístico y social, desaparecerán valores básicos, dejaremos perder el legado de nuestros padres".

El público siguió con interés el debate celebrado en el Seminario de Zamora, compuesto básicamente por habitantes del medio rural y religiosos comprometidos con este debate abierto por la Pastoral Rural Misionera. En las intervenciones salieron preocupaciones relacionadas sobre todo con el progresivo recorte de servicios públicos. "¿Es admisible que en seis meses hayan pasado siete médicos por el pueblo?" se preguntó un señor. El mismo que lamentó el "desarraigo" de los funcionarios con el pueblo en el que trabajan, sean secretarios, maestros o sanitarios. "Nadie reivindica la problemática de la educación en el medio rural y es grave porque solo los pueblos cultos pueden ser libres" se escuchó en otra intervención.

Entre tan intenso debate la esperanza viene de la mano de noticias como los tres niños que están en camino en Losacio, hijos de parejas jóvenes asentadas en el pueblo.