El río Tera se desbordó ayer a su paso Ribadelago Viejo y Ribadelago Nuevo a causa de las intensas lluvias registradas desde la tarde del jueves, y que se prolongaron durante todo el día de ayer. El viento y el deshielo de la abundante nieve de la sierra agravaron los aportes al río, cuyo nivel comenzó a ser alarmante a primera hora de la tarde. En el pueblo Viejo, los vecinos vivieron horas de preocupación viendo la súbita escalada del nivel, cerca de tres metros, que prácticamente tapó los ojos del puente al pueblo y anegó la calle contigua al río.

La crecida "fue en cuestión de minutos" explicaba Isabel Espada, a las seis de la tarde, mientras desde casa vigilaba el nivel del río Tera. Acababan de asomarse a la calle un poco antes de las cinco y media, y "en cuanto nos dimos cuenta el agua empezó a entrar en la calle", hasta alcanzar las viviendas. La única medida tomada con urgencia fue cerrar uno de los portones que separa la calle con el cauce del río para evitar que el agua continuara subiendo. En el extremo opuesto de la calle abrieron el otro portón para que el agua circulara corriente abajo. "Es lo único que podemos hacer". Los residentes confiaban en que el nivel del Tera no subiera y saltara el muro de contención.

El alcalde pedáneo, Alfredo Puente, informaba que la crecida no aflojaba pasadas las siete de la tarde, tras casi dos horas de aumento constante del nivel. Desde el pueblo Viejo "ya hemos comunicado a Zamora como está esto", explicaba el alcalde a los agentes de la Guardia Civil que se personaban en Ribadelago. Otra medida que adoptaron los residentes próximos al río fue colocar los muebles y enseres de la planta baja en un lugar más alto. La carretera que comunica los dos cascos urbanos quedó anegada en cuestión de minutos y con riesgo de quedar cortada, al desbordarse el río Tera a la entrada del pueblo Nuevo a la altura de la depuradora. El servicio de Mantenimiento de Fomento comunicó la incidencia en previsión de que hubiera que efectuar el corte mientras se señalizaban algunos puntos peligrosos. Todas las fincas de albor y pastizales quedaron sepultados bajo el agua de un lado a otro de la carretera. Vecinos del pueblo Nuevo afirmaban que "no habíamos visto entrar el agua en la Caleya, en la zona de la central de Moncabril".