Valentín Macho Deiro vivió en primera persona el incendio como alcalde pedáneo de dos pueblos: Arcillera y Ceadea.
-¿Temieron por los pueblos en algún momento?
-Sí. Vivimos momentos de auténtica angustia e impotencia porque el fuego avanzada y el viento iba a más. Cuando cruzó la Nacional 122 creímos que llegaba a Arcillera. Los medios se concentraron y consiguieron con su gran labor frenarlo.
-¿Pero la pesadilla no había terminado aún?
-Ni mucho menos. Luego se dirigió hacia el casco urbano de Ceadea y las cosas estaban muy mal. Menos mal que cambió el viento si no se nos mete en las casas y arrasa el pueblo.
-¿A nivel particular cuál ha sido la mayor perdida?
-La cosecha de cereal. Este año se ha retrasado y a los vecinos de Arcillera los ha dejado sin nada. El trigo de «las Quiñonadas» y «Cepedillo» quedo hecho ceniza. Es una auténtica desgracia. De pena.
-¿Cuáles han sido las consecuencias forestales?
- Un desastre. Una de las mayores riquezas comunales que teníamos en Ceadea eran los pinares de «Majadas Grandes». Sesenta años creciendo y en una hora quedaron calcinados. Cuanto que se ha salvado una pequeñas esquina. Nada.