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Las aves son las peor paradas en cuanto a mortandad sufrida en las grandes vías de comunicación, llegando a sumar hasta cuatro veces más desgracias que los animales terrestres. Pero tampoco hay cifras oficiales. En la carretera perecen con mayor frecuencia chotacabras, localmente conocidas como «engaña pastores». Son seres que buscan el calor del asfalto y resultan sorprendidas por los vehículos. También lechuzas y búhos chicos. El búho real es una de las especies que menos se acerca al asfalto; de hecho son escasos los atropellos de ejemplares.

También salen mal paradas los conejos, que resultan atropellados en prácticamente en todas las carreteras. Hay casos muy curiosos como que, en determinadas zonas, es más frecuente el atropello de determinados especímenes como ardillas. Es algo que se da en las zonas del oeste. Las aves nocturnas caen con suma facilidad dentro de estos accidentes "menores" pero no suponen daños importantes en los vehículos. En el mundo de los alados se atropellan milanos, ratoneros, cuervos y perdices -aunque es más difícil- y un número incontable de pequeñas aves. Encontrar anátidas en la carretera es más bien una rareza por su modo y medio de vida, aunque sí ha aparecido algún pato.

Con los primeros calores, las nacionales registran atropellos de culebras y lagartos que son devoradas por las aves, o bien se retiran de la cuneta cuando son detectadas. Hay estudios puntuales de reptiles atropellados asociados a espacios naturales o a especies protegidas.

Dos factores inciden puntualmente en un mayor movimiento de animales por las carreteras: la construcción de las nuevas infraestructuras y los periodos hábiles de caza o la autorización de batidas. Las obras del AVE -con las voladuras y el trasiego de vehículos- obliga a los animales a desplazarse por la alteración de sus territorios, sus zonas de paso, los abrevaderos y las zonas de alimentación. La explanación de la traza del AVE desvela los puntos de paso de los animales gregarios, como las ciervas, o los que campean en solitario como el lobo o el zorro. Fuera de todo control resultan otras especies tan abundantes como los insectos, cuyos impactos sobre los cristales o los frontales de los vehículos quedan puestos de manifiesto en cada salida o viaje nocturno.

Ante el desconcierto que reina sobre la fauna y su irrupción imprevisible en la carretera, los expertos aconsejan circular con precaución y principalmente no realizar maniobras evasivas y bruscas que empeorarían las consecuencias de una colisión. Pese a las precauciones con que sale el conductor local aleccionado, nadie está libre de verse sorprendido en plena circulación y «raro es el día que no veo un accidente» se lamentaba un conductor habitual que realiza la ruta Trefacio-Mombuey.