«El lobo es como una pieza de arte por la que cada uno paga lo que quiere» dice un gestor. La autorización de caza del depredador es una cuestión sometida a la controversia y no exenta de polémica, que lleva a algunos gestores cinegéticos a reclamar a Medio Ambiente «una mayor transparencia» en la concesión de lobos a los cotos solicitantes.

Por ser una especie atractiva para el sector de los cazadores son numerosos los responsables o arrendatarios de aprovechamientos cinegéticos que pretenden el trofeo del cánido y, por ello, reclaman una información clara «sobre cuántas solicitudes se presentan para cazar el lobo, a qué acotados se conceden y en base a qué criterios». Quieren despejar dudas y sospechas «porque pueda darse el clientelismo o tráfico de influencias».

La caza del lobo inició su temporada el pasado 27 de septiembre y finalizará el próximo 28 de febrero. A mediados de diciembre hay solicitantes que todavía están a la espera de conocer si realmente van a ser agraciados con la suerte de un lobo o, por el contrario, van a recibir la desestimación.

Pendientes a estas alturas de conocer la resolución de su solicitud, exigen una respuesta más agilizada porque, según afirman, «no se puede organizar nada con seguridad. Tienes los planes aprobados pero no sabes si vas a poder disponer de ellos». Subrayan la importancia de conocer la resolución de su solicitud sobre el lobo «porque hay quien organiza las vacaciones o un periodo disponible en base a la posibilidad de cazarlo».

No obstante, hay quien justifica la demora por parte de los responsables de Medio Ambiente porque, según apunta, «la existencia de daños en un determinado territorio también es un factor a tener en cuenta y pueden darse lobadas que exijan el control de algún ejemplar y no puedan llevarse a cabo por tener todo el cupo concedido». «Comprendo que Medio Ambiente tiene que esperar un poco porque puede haber una lobada en cualquier territorio, que le preparen a un ganadero un aguinaldo de cincuenta ovejas muertas y sea necesario controlar una manada de lobos», expresa en este caso el biólogo y gestor cinegético de caza mayor José Ignacio Regueras.

La petición de transparencia a Medio Ambiente tiene su fundamento en el contado número de ejemplares que se conceden y porque hay quien lleva lustros solicitando la caza de un lobo sin conseguirlo.

Este año Medio Ambiente ha fijado un cupo de treinta ejemplares para la provincia de Zamora, que ascienden a 130 en el conjunto de Castilla y León. Al contado número de piezas se suma el hecho de que una buena parte de los mismos queda sin cazar. El delegado Territorial de la Junta de Castilla y León, Alberto Castro, informó anteayer que en la pasada temporada se habían abatido 18 ejemplares (y otros 18 presumiblemente furtivamente), y habló de prolongar hasta tres meses el plazo el tiempo de los aguardos.

El lobo, indican, «es una especie más a cazar», pero tiene el aliciente añadido de tratarse de un objetivo imposible de conseguir en gran parte del territorio español, donde está desaparecido. No sucede como con otras especies venatorias de pelo y de pluma, que proliferan por doquier. Incluso dentro de una misma provincia existen escenarios donde el lobo tiene ganado un rango, como es la Reserva de Caza de la Sierra de La Culebra, con una gestión más mimada que en cualquier otro lugar gracias a los medios y a los recursos dedicados a la conservación y preservación del cánido.

«No es lo mismo un piso en Santa Clara que uno en Pinilla», dice un gestor con varias solicitudes de lobo, por sí o por medio de otros, que incide en que «cada uno tiene sus caprichos a la hora de cazar». La cotización en el mercado de esta especie está muy supeditada al citado capricho. Para algunos cazadores tiene un gran atractivo «porque no han cazado ningún lobo y lo quieren en sus vitrinas».

Sobre el precio, aunque no se dan cifras, se pone de manifiesto que «en España la caza está sobrevalorada», y toman como referencia a países loberos como Rusia o Rumanía donde la caza del lobo está garantizada a unos precios muy inferiores. Pero por medio está el viaje, la estancia y otros complementos que alejan la caza mayor de muchos bolsillos.