El municipio de Hermisende cosechará esta temporada 80.000 kilos de castañas, la mitad de la producción del pasado año. El descenso de kilos se debe sobre todo a las heladas de primavera que afectaron al brote y a la falta de agua en los meses de verano. La falta de kilos se suplirá este año con el aumento de la calidad del producto, que en el caso de este municipio procede de variedades injertas. Casi toda la cosecha se ha vendido en estas primeras semanas a Portugal, aunque la parte de Castromil ha colocado el producto a los almacenistas gallegos.

El precio en las primeras ventas ha llegado a 1,10 euro el kilo, como explica Santiago Fernández, vecino de Hermisende, aunque últimamente se ha mantenido en 1 euro de precio medio. Productores que el pasado año llegaron a recoger 8.000 y 9.000 kilos esta temporada están en la mitad de esas cantidades, 5.000 y 6.000 kilos.

El centro de selección de castañas, situado en Hermisende, cambiará el próximo año de adjudicatario ya que no se han cumplido las expectativas del Ayuntamiento de convertirlo en un centro de recolección y selección para canalizar la producción de esta zona, como señaló su alcalde José Ignacio Nieto. La gestión hasta este año se ha canalizado más como centro de almacenaje para la producción de otras zonas que como posibilidad de desarrollo para la zona y de creación de empleo.

La cosecha también ha descendido en otro punto de la comarca, donde la producción ronda los 24.000 kilos, en Robledo de Sanabria. Este año lo cosechado no llegará a 10.000 kilos.

En una finca de Robledo, María Diego Romero y Antonio Martín Crespo recogen la cosecha de unos 200 castaños en su finca. Desde que están jubilados suben cada tres días, desde Ferreras de Abajo hasta Robledo, para recoger de entre los árboles una veces castañas y otras setas. Vallaron la finca hace dos años y así evitan que entren los animales que hasta ahora eran quienes aprovechaban los frutos de otoño. En agosto no llovió y en mayo cayeron heladas, un mal común a todo el territorio.

En los años 80 se modernizó la propiedad agraria y así Antonio Martín tiene un terreno de algo más de una hectárea, aunque solo una parte está cuidada. La repoblaron con los castaños que ahora tienen unos 25 años, aunque cuando se hizo la concentración «ya estábamos en Madrid». Desde hace un tiempo pastorea este bosque de castaños, un rebaño de ovejas de Villardeciervos. En estos dos años sí han pasado más temporadas en Ferreras de ahí que ahora tengan más tiempo para ir a la finca de Robledo. «En este pueblo se han vendido muchas castañas y muchas setas».

Juan Fernández Augusto y María del Carmen Gandiaga Ugarte es otro matrimonio que reside permanentemente en el pueblo. En una de sus fincas hay 800 castaños, pero sobresale un ejemplar de un millar de años que compraron a la puerta de casa hace 30 años por 6.000 pesetas de las de entonces. El árbol pese a podas y cuidados ha perdido buena parte de su vitalidad. La producción más importante se registró hace unos dos años con la exportación de 24.000 kilos solo de este pueblo, que se comercializó para León, a través de la agrupación de productores formada por los vecinos «El Reconco».

Dos tráiler de tres ejes salieron ese año por las calles del pueblo, aunque estos dos últimos años la producción ha descendido considerablemente. Recientemente técnicos de la Junta de Castilla y León, chequearon en su explotación el estado de los árboles, con resultados positivos para la salud de esta especie.

Los 70 céntimos que cobran por kilo «no juntan un jornal» dice Juan que se ha dedicado a los árboles. Desde las ocho de la mañana están con los riñones doblados para recoger las castañas. Descansan un rato después de comer y por la tarde vuelta a la faena. En el caso de Robledo gracias a los caminos de concentración se puede acceder con vehículo para sacar los sacos. En otras zonas no hay esa facilidad. La cosecha ha sido tan sumamente rara que junto al garaje de Juan y María del Carmen hay un castaños que tiene la mitad de sus ramas en flor y la otra mitad con fruto. Hecho no ha pasado desapercibido para estos dos vecinos.