El segundo encierro de las fiestas de San Agustín de Fermoselle celebrado ayer recuperó la esencia tradicional del recorrido, con novillos de gran tamaño que dieron mucho juego a los corredores. Los enormes astados de la ganadería salmantina de José Luis Valrrubio hicieron disfrutar a los presentes mucho más que los novillos del primer encierro celebrado el sábado. El sentir general de descontento de hace tres días quedó relegado con un encierro «tradicional, como los de siempre, a los que estamos acostumbrados», según expresó el presidente de la asociación cultural «El Pulijón», Alberto Gavilanes Fidalgo, al finalizar el festejo taurino.

Una vez más los astados que encabezaban el encierro realizaron el camino entre los corrales de San Albín y la Plaza Mayor con gran rapidez. Sin embargo, desde el primer momento en que dio comienzo la carrera uno de los novillos quedó rezagado y se mantuvo descolgado del grupo durante todo el recorrido. De esta manera, su lentitud hizo que los corredores se centraran en el resto de astados, que presentaron mucha más bravura. A pesar de la división del grupo y de la complicación del encierro por este hecho, no se produjo ningún incidente reseñable a lo largo de las calles de la localidad. Finalmente el último toro continuó por sí mismo el trayecto y llegó a la plaza transcurridos cerca de veinte minutos.

Tras una carrera limpia y con la plaza a rebosar de numeroso público, a continuación tuvo lugar la suelta de vaquillas en el ruedo. Fue entonces cuando más aficionados se animaron a demostrar su valentía delante de las reses, aclamados por miles de aficionados taurinos que disfrutaron con la habilidad de los recortadores.

El susto de la mañana se produjo con la cogida de una joven que no pudo esquivar la embestida de una vaquilla. Sin embargo, el incidente no cobró mayor magnitud y la fiesta continuó sin resultados más graves que algunas personas magulladas por caídas o encontronazos sin importancia.

La anécdota la protagonizó también otra vaquilla, que sorprendió a los asistentes al salir de la plaza e introducirse en una bodega de la localidad cercana a la sede de «El Pulijón». No obstante, pudo ser reconducida de nuevo al ruedo y ningún vecino resultó herido.

El buen tiempo acompañó a los espectadores y el segundo encierro fue la cita señalada de multitud de personas de la comarca que no dudaron en acercarse a la villa para presenciar como cada año sus tradicionales festejos taurinos.

Manuel Luelmo, alcalde de Fermoselle, destacó la «preciosa planta» de los astados y la diferencia respecto al encierro del sábado, que «fue una novedad que quizá sorprendió a la afición porque cada torero que participó en el festival trajo un toro de su ganadería, pero por la tarde tuvo muy buena entrada, fue un evento muy bonito». Además, mostró su alegría por el «fenomenal» ambiente presente en las fiestas y por la asistencia de miles de personas a la localidad.

Por la tarde continuó la fiesta en la plaza de toros con la faena de López Chaves, David Luguillano y el novillero Damián Castaño. La jornada llegó a su fin con la música de la orquesta «Ecuador».

Hoy se celebra el último encierro de las fiestas, muy esperado tras el buen sabor de boca de ayer, y a las 19.00 horas de la tarde todo el pueblo está invitado a degustar un «asao» en la plaza de toros.