Villarino Manzanas vivió ayer uno de los días más importantes del año congregando a todos sus hijos en una jornada social, cultural y gastronómica que delata la unión que aún hay en algunos pueblos alistanos donde se cultiva la hermandad y la convivencia como uno de los valores más importantes de la comunidad vecinal.

Durante el año el número de residentes a duras penas ronda los 41, pero en estas fechas estivales el regreso de los emigrantes se llega a los 150. De ellos alrededor de 130, la práctica totalidad se dieron cita en Rabanales para compartir una degustación gastronómica, promovida por la activa asociación de jubilados y pensionistas «Peña Mira». La confraternización se hizo a base de los mejores productos típicos de la tierra: chorizo, jamón, lomo, mollejas y chuletón de ternera alistana.

Los vecinos recuperan hoy la costumbre comunal del Concejo para en unión y armonía limpiar el pueblo y el arroyo «Cabrón» a prestación personal. Tras el duro trabajo llegará la convidada en el paraje «La Nogales» con un sabroso guisado de jabalí con patatas cocinado al estilo tradicional en los ancestrales potes.

Mañana, se inician los festejos patronales en honor a «Santa María Magdalena», cuya fecha original es el 22 de julio, pero fueron trasladadas un mes hacia adelante, a agosto, para propiciar el reencuentro y participación de todos los vecinos y emigrantes. A las 20.30 horas habrá una merienda popular en la «Plaza de la Era» a base de bollas y embutidos donde cada familia aportará su tortilla, para seguir con los bailes de gaita. El domingo, misa y procesión, juegos infantiles, tajuela y verbena con el grupo «M-30». Los casados serán los encargados de abrir el lunes con una alborada, luego habrá misa y juegos. Por la noche el grupo de teatro de Ceadea representará una comedia para terminar con los bailes a ritmo de una discoteca móvil.

Villarino Manzanas, que contó allá por 1910 con 149 habitantes, vivió una incremento poblacional similar al de los restantes pueblos alistanos tras la Guerra Civil para alcanzar los 164 empadronados en 1950, su momento de mayor esplendor en número de familias y residentes. Luego la emigración y el éxodo rural de los más jóvenes supuso una caída en picado de 16 personas en la década de los cincuenta para llegar a 1960 con 148. Los años sesenta fueron los más duros para el pueblo pues emigraron 47 personas, hasta bajar a 101. Ahí se inicio la caída libre para situarse con 44 en 1981, 35 en 1991, 27 en 1996. El regreso de los emigrantes jubilados ha subido 41 los empadronados.

Villarino vivió un momento histórico en 1985 con la creación de la romería de Fátima junto a Petisqueira. La carretera nueva y el repetidor de televisión han sido sus últimos logros. Ahora, su gran proyecto, que se ejecutará en breve, es la unión con carretera y un puente con Portugal.