La juez de Puebla de Sanabria interroga hoy al veterinario que firmó una veintena de recetas para dar cobertura legal a una venta anticipada de medicinas a los dos ganaderos de Asturianos acusados de comercio ilegal de carne, delitos contra la flora y la fauna por realizar actividades ilícitas relativas a la caza mayor, por tenencia ilícita de armas y daños a los cotos de esa localidad sanabresa y la de Palacios. A la sede judicial acudirán también en calidad de imputados los responsables de la comercial ganadera de Benavente que suministró los medicamentos a los dos hermanos detenidos por la Guardia Civil en abril, F.J.O.C. y P.O.C., con una cabaña de más de 400 reses.

El veterinario, que dijo no conocer a los dos ganaderos ni haber atendido nunca su cabaña, admitió ya en su declaración de finales de mayo pasado -un mes después de que la Guardia Civil culminara la «operación petardo» que desarticuló la presunta trama de Asturianos de tráfico de carne ilegal- que había firmado, sólo «en una ocasión», recetas después de que la comercial hubiera dispensado las medicinas a clientes. Y precisamente lo había hecho ese mismo mes, tras ser vendidas, al parecer, en abril , según ha podido saber este diario.

Ante los agentes que le interrogaron entonces indicó que el gerente de la empresa le pidió el favor, tras indicarle que «tenía un problema con unos ganaderos» a los que había servido «medicamentos sin receta y las necesitaba urgentemente», ya que «habían tenido una inspección» y se las exigían. Se da la circunstancia de que en las grabaciones de llamadas telefónicas de los ganaderos, transcritas en las diligencias de la Guardia Civil, se recoge una conversación en la que uno de los imputados pide ayuda al gerente de la comercial para justificar la tenencia de medicinas cuya compra no habían podido justificar ante los agentes, con la excusa de que tenían que buscarlas.

Además, el facultativo en esa declaración ante la Guardia Civil reconoció como suya la firma que aparece en las prescripciones facultativas, no así el número escrito a mano que reflejan, que fueron anotaciones hechas probablemente por personal de la comercial, indicó.

De acuerdo con la información recogida por la policía judicial durante la investigación previa a la detención de los dos hermanos, el hijo de uno de ellos, F.J.O.H., y dos amigos de éste -un menor de edad y otro joven, J.R.B.-, el número de las recetas no se corresponde con la fecha apuntada en el boleto, lo que se explicaría, de acuerdo con lo testificado por el veterinario de origen argentino, colegiado en Valladolid, porque «están extendidas en fechas muy posteriores a cuando se vendieron» las medicinas a los ganaderos sanabreses.

En su comparecencia ante los agentes afirmó que cuando llegó a la comercial benaventana le tenían preparadas las recetas para firmar, puesto que la empresa cuenta con un sistema informático que le permite reproducir billetes iguales que los suyos e imprimirlos preparados para su rúbrica. En la misma ocasión manifestó a los guardias civiles que rara vez lleva consigo un talonario para extender a mano los boletos de los medicamentos.

La jueza de Puebla abundará sobre estos aspectos para corroborar lo manifestado por el facultativo. El gerente, R.C.M., y una trabajadora de la comercial ganadera, al parecer su hermana, M.C.C.M., tendrán también hoy que explicar a la titular del Juzgado de Puebla cuál ha sido su implicación en este asunto.

Por este órgano judicial han pasado ya los dos ganaderos, su hijo y el joven amigo de éste, acusados de batidas furtivas de caza mayor para venta de carne y trofeos, así como de usar armas de fuego de forma ilegal; los tres guardias civiles acusados de no ejercer su deber de denunciar estos hechos; hosteleros y comerciales de la zona que compraban carne a los detenidos.