El ganadero José Antonio González, de San Juan de la Cuesta, ha echado de menos «16 ovejas durante el último fin de semana». Lleva un mes fuera de quicio porque ha perdido una treintena de ovejas a causa, según manifiesta, del ataque de los lobos. Además, anda atareado en el empeño de encontrar los cadáveres o los restos para justificar la muerte y poder percibir la indemnización. «Tengo los restos de seis ovejas, algunas están enteras, otras no. Cuando aparece un animal entero significa que hay una hecatombe porque siempre hay más muertas». La sarracina se ha producido en el monte Vardoney. Los mastines sacan los lobos, el ganado se espanta y se divide y aprovechan para matar». Hace mención a los buitres como otro problema añadido «porque acaban con los restos haciendo imposible recoger las pruebas». Algunas ovejas, señala, «se echan en falta porque tienen cordero y éstos berrean por la madre a la hora de alimentarse». Dice que tiene suscrito seguro del lobo, pero critica que todos los años sube un 150% porque parece que los ganaderos somos los culpables de que los lobos ataquen los ganados». La solución para González, que tiene raza sanabresa, «es cortar la presencia de la fauna porque está desbocada. O reducen la población de lobos y pagan los daños, o habrá que tomar medidas porque estamos más que negros. Los guardas tienen razón cuando dicen que no pueden certificar porque no han visto atacar a los lobos, pero las ovejas no mueren y aparecen medio comidas por generación espontánea».