Las emblemáticas ruinas de la antigua fortaleza de Castrotorafe acaban de sufrir un nuevo varapalo, con el derrumbe casi total de uno de los cubos. El desprendimiento de las piedras se produce precisamente cuando la Junta de Castilla y León acomete trabajos de limpieza en el interior de la fortaleza y consolidación de las ruinas en una parte de la misma. Fue el pasado sábado, cuando un asiduo visitante del lugar y vecino de la zona, descubrió el desaguisado en uno de los cuatro cubos defensivos, concretamente en el noroeste —la situación se puede localizar en el plano que adjunta esta información—.

Según ha explicado esta persona a este diario y además ha puesto en conocimiento de la Consejería de Cultura de la Junta y la Diputación Provincial, durante las labores de desescombro se ha procedido a la apertura de un canal de desagüe para liberar de agua la zona de trabajo. Con las persistentes lluvias que están cayendo, el agua ha ido a parar a uno de los cubos defensivos del castillo y eso ha podido ser el detonante del derrumbe. «Es una pena que ocurran estas cosas, no olvidemos que las ruinas son patrimonio nacional y con este suceso se ha perdido uno de los lugares más singulares», expone el ciudadano que ha dado la voz de alarma.

La posible filtración de las aguas ha provocado el desprendimiento de prácticamente la mitad de la circunferencia, acumulándose en la ladera una montonera de piedras, algunas de las cuales pueden haber caído hasta el río Esla. «Se lo he comunicado a las instituciones para que apuntalen eso y no vaya a más el derrumbe».

Situada en el término de San Cebrián de Castro, la antigua fortaleza de Castrotorafe constituye uno de los más señeros monumentos del legado histórico de Zamora. Declarado Monumento Nacional en el año 1931, en los últimos años han sido numerosas las voces que han alertado sobre el progresivo deterioro de las ruinas de la llamada «Zamora vieja». Lo que hoy se puede contemplar en el altozano sobre el que se elevan las ruinas a la vera del Esla, son los restos de una antigua villa que empezó a tomar forma a finales del siglo XII.

Pese a las esporádicas intervenciones para consolidar las ruinas, la fortaleza ha sido objetivo de numerosos estudios técnicos y hasta se redactó hace una década un ambicioso Plan Director con el objetivo de actuar en el conjunto amurallado que arrojaba un diagnóstico revelador, llegando a calificar el espacio como una «gigantesca escombrera». El elevado coste de la intervención propuesta con la intención de dignificar el monumento —1.394 millones de las antiguas pesetas—, obligó a aparcar la actuación integral.

No obstante, la Junta sí ha ejecutado trabajos puntuales, como la intervención en la torre central del frente sur del castillo medieval y el cubo de la barrera. Además se repusieron parte de los sillares expoliados durante años en los que la fortaleza ha sido un atractivo objetivo como cantera de materiales de construcción.

La intervención actual en las ruinas pretende frenar el progresivo deterioro de un espacio por otro lado muy frecuentado por los amantes de la historia.