Con unanimidad en casi todas las cuestiones referentes a Monserrat González (60 años) y Triana Martínez (37) y mayoría (siete de nueve votos) en varias relacionadas con Raquel Gago (42), el jurado por la muerte de la que fuera presidenta de la Diputación y del PP de León, Isabel Carrasco, emitió ayer un contundente veredicto de culpabilidad para las tres acusadas y las consideró responsables de los delitos de asesinato, atentado a la autoridad y tenencia ilícita de armas.

El fiscal solicita tanto para Monserrat como para Triana 19 años de prisión para el delito de asesinato en concurso con el de atentado -otros tres años- y la prohibición de acercarse durante 25 años a la hija y el novio de la víctima. Reclama además que cada una de ellas aporte una indemnización de 75.000 euros para ambos. Todas las acusaciones particulares -la ejercida por la hija, por su pareja y por el Partido Popular- se sumaron a esas peticiones con el matiz de que el letrado que representa a la formación política solicita para la organización una indemnización de 100.000 euros.

En lo que atañe a la policía local Raquel Gago, el fiscal plantea por el delito de asesinato y concurso con el de atentado contra la autoridad 12 años de prisión, otros tres por atentado a la autoridad, además de inhabilitación absoluta y la prohibición de acercarse durante 20 años a la hija y el novio de Carrasco. Reclama además una indemnización de 75.000 euros para ambos.

El jurado considera probado (por siete de nueve votos) que Gago conoció los propósitos homicidas de madre e hija y aceptó formar parte del plan urdido por éstas para matar a Isabel Carrasco y que la tarde del crimen quedó con ellas para ultimar los detalles de dicho plan en el domicilio de Triana, justificando su presencia en el punto en el que ésta introdujo el arma homicida en el coche de la policía local como parte de esa planificación.

El abogado de Raquel Gago consuela a su defendida tras escuchar el veredicto. Foto Ical

El veredicto establece que el grado de implicación de Gago es el de cómplice porque su aportación fue "no esencial o decisiva" y no se considera probado que dicha aportación a la ejecución de la muerte fuera imprescindible para conseguir el objetivo sin que fueran descubiertas. Se considera probado que ocultó el revólver homicida, a sabiendas de para qué había sido utilizado, con el objetivo de impedir su descubrimiento. Finalmente, decidió llamar a un policía conocido suyo y la entregó antes de que se iniciaran diligencias policiales contra ella.

Respecto a la autora material de los tres disparos que acabaron con la vida de Carrasco -dos de ellos mortales de necesidad- el jurado sostiene que en su actuación la víctima no tuvo ninguna posibilidad de defenderse. Montserrat González tenía la firme creencia de que su única hija era objeto de una auténtica persecución injusta por parte de la víctima pero el jurado consideró no probado, y por unanimidad, que padeciese el trastorno de ideas delitantes que alegaba su defensa y que afectaría a su capacidad de comprender la ilicitud de su conducta y de comportarse de manera coherente.

Triana había acumulado información sobre la víctima, buscado armas de fuego en Internet y hecho seguimientos a Carrasco. La tarde del crimen, se ocultó -según el veredicto- en un pasadizo para esperar a su madre después de que ésta acabase con la vida de la política leonesa. Tras recoger el arma, madre e hija se separaron con la intención de encontrarse después de deshacerse de la misma, dejándola en el interior del coche de su amiga Raquel. La participación de Triana sí se considera "esencial e imprescindible" para ejecutar el asesinato, motivo por el que se enfrenta a la misma pena que su madre.

El magistrado-presidente del tribunal, Carlos Álvarez, dictará en alrededor de una semana o dos la sentencia del juicio más largo y concurrido en cuanto a expectación mediática que se recuerda en la capital leonesa y a cuyo capítulo final se sumó ayer más público del habitual en el entorno de la Audiencia Provincial. Solamente una voz de mujer que repitió el grito de "Ánimo, Raquel" se dejó sentir a su salida por la puerta principal del edificio. También bastantes personas estuvieron pendientes de la salida -por un lateral para acceder al furgón policial que las conduce a la prisión de Mansilla de las Mulas- de las otras dos acusadas.