M. A. Casquero

El arte rural de la mano de "Parsec!" ha llegado también a San Cristóbal de Entreviñas. Al igual que en varias localidades de la comarca y de la provincia, este afamado artista que ha encumbrado con su arte la localidad que le vio nacer, Castrogonzalo, ha firmado una de sus grandes obras en una localidad también bañada por el mismo río, por el Esla, y con referencias culturales comunes.

Antonio Feliz, para más señas "Parsec!", con el signo final de exclamación o de admiración "para dar más contundencia" al nombre adoptado de la unidad astronómica, ha querido dejar su huella plasmada sobre el muro de la fachada del pabellón deportivo de San Cristóbal de Entreviñas, el edificio que intermedia con la Casa de Cultura o Centro de Día y la Biblioteca Municipal. Y lo ha hecho como es propio en un hacedor de arte.

"Parsec!" ha querido plasmar en el mural un inventario de recuerdos que sirva de diálogo con los vecinos a su paso por esta calle que le confiere ya una impronta característica. La de los recuerdos con objetos comunes, los de andar por casa, de toda la vida, y que cuelgan como si se tratasen de piezas de museo, de las paredes de los portalones de las casas de labriegos. Porque son estos los que han venido a marcar la seña de identidad de las recreaciones pictóricas.

Objetos varios que forman parte de un abultado inventario, como arados, trillos, carros, guadañas, tijeras de poda, tenazas, botas de vino, tornaderas, viendas, yugos, palas, cencerros, algún que otro herraje de forja, especies vegetales como cardos, de animales como aves de corral o los galgos propios de la tierra. Ni que decir tienen los guiños a esta localidad donde las costumbres ancestrales y sus vestimentas tradicionales se confunden con las de la mocedad llena de referencias nominativas con las cromáticas cintas de su quintada. Y como no podía ser menos, en la relación del inventario de recuerdos no podían faltar los toneles evocadores del topónimo de "entreviñas".

Todo ello, con algún que otro guiño de simbolismo universal enmarcado en los extremos de su horizontalidad por los dígitos del año en que el hacedor, el artista plasmó su obra. En la Semana Santa del 2018.

Para Parsec, el mural "es un diálogo con los objetos, una relación de recuerdos que atañe tanto a los abuelos como a los jóvenes", explicaba ayer a este diario el artista del grafiti, de los iconos de color hechos arte.

Antonio Feliz, Parsec, sigue mostrando su sonrisa haciendo gala de su apellido y lo sabe reflejar en sus murales no dejando indiferente al espectador, porque de eso se trata, de la relación, de un diálogo entre el contemplador del arte y el objeto plasmado. La maestría ha llegado a dejar huella en San Cristóbal de Entreviñas como lo viene haciendo en su tierra natal Castrogonzalo cuyas calles constituyen un museo, o en Morales de Rey, así como en varias localidades de esta provincia y en algunas del país, porque sus reliquias étnicas son ya señeras.