Joaquín Conejo Boya, que fue alcalde de Friera de Valverde durante 38 años consecutivos, falleció en el Hospital Comarcal en la madrugada de ayer viernes tras una larga enfermedad, a los 87 años.

Familiares, vecinos, amigos y compañeros del Partido Popular se acercaron ayer hasta el municipio para darle el último adiós. Con misa y entierro en su pueblo natal, Conejo Boya recibió palabras de cariño, afecto y recuerdo por parte del secretario del Ayuntamiento, en representación de la actual corporación municipal que le sucede desde que en 1999 decidiera no presentarse.

Su yerno, Lázaro Zarza, es alcalde desde entonces y le recuerda como "una persona que se ganó el cariño de la gente y que hizo una labor enorme por mejorar el pueblo". En la parte familiar que le toca, Zarza lo definió como "un segundo padre para mí".

También Lisardo Cid, actual concejal en el Ayuntamiento, quiso recordar que el fallecido, en vida, "estaba siempre dispuesto a ayudar, le votaras o no le votaras. Él se desvivía por todos".

Entre las mejoras que hizo para el pueblo, se podrían destacar la concentración parcelaria, la creación de las casas del cura y del médico, el asfaltado que cruza al pueblo y lo dividía, la construcción del Ayuntamiento, el puente que dividía el barrio de arriba del de abajo (35.000 pesetas de las de entonces) o el abastecimiento de agua en épocas difíciles, por citar algunas de las tareas llevadas a cabo y que sólo representan algunas de las muchas mejoras que hizo para el pueblo, en los treinta y ocho años de mandato como alcalde, que ahora continúa un miembro de su familia, sumando entre ambos casi sesenta años al frente del pueblo.

Joaquín Conejo Boya fue alcalde de Friera de Valverde entre 1961 y 1999, viviendo en primera persona y desde su puesto político el régimen franquista, la transición y la democracia. Ahora, Joaquín descansa en paz.