Marcelina Cordero García tiene en su casa un diploma enmarcado en el que la Federación Provincial de Jubilados y Pensionistas de Zamora certifica que "ha asistido con aprovechamiento y asiduidad a la monitoría de manualidades impartido en Quintanilla de Urz" en el año 2011.

Este cuadro resume perfectamente cómo es Marcelina: una de esas hormiguitas, trabajadora incansable, que se fija en los pequeños detalles y disfruta de las cosas sencillas, como su huerto, su patio de flores o los huevos de las gallinas que tiene en su casa, en Quintanilla de Urz.

Y esta forma de ser es la que ha convertido la entrada a su hogar, a través de la puerta de la cochera, en un museo particular único.

Rastrillos, arados, potes, llaves, cintas métricas, cencerros, compás y tantos otros utensilios que se usaban para la labranza o el cuidado del ganado han sido cuidadosamente colgados de la pared y forman una exposición a través de la cual viajar al pasado.

Asegura Cordero que su abuelo, dedicado a hacer aros, "era muy curioso" y a él le achaca haber heredado esa curiosidad para conservar objetos como el molinillo o la balanza romana con libras.

Marcelina tiene ahora 88 años y lleva décadas recopilando estos objetos.

Herencias y cesiones

Algunos los heredó de sus familiares y otros de las casas que se tiraban. "Siempre me han gustado las cosas antiguas", asegura mientras recuerda "mis primas lo querían tirar todo y yo les decía: "trae pa´ aca´"".

Con herencias y cesiones se fue creando esta colección particular, que aunque modesta, su dueña enseña con orgullo y satisfacción en la entrada de la casa, en Quintanilla de Urz, donde actualmente vive con una de sus hijas. Una pared resume así los utensilios usados por tres generaciones.

La dedicación y esfuerzo de Marcelina permite observar con una añoranza ordenada lo que ahora han sustituido las máquinas, la informática y todas las nuevas tecnologías.

Al lado de la exposición de objetos del pasado hay un cómodo sofá y justo encima los cuadros que la creadora de este museo particular ha elaborado y cuelga junto a las cribas y horcas, como si hiciera honor al trabajo hecho a mano, ése que se está perdiendo y que simboliza el patrimonio de las tierras de Castilla y León. La comarca de Los Valles de Benavente, durante tantos años dedicada al sector primaria, continúa hoy en día con gran actividad en agricultura y ganadería, aunque el campo se ha ido modernizando en la maquinaria y utensilios que se usan.

Afortunadamente, hay gente como Marcelina que sabe conservar el pasado en tan perfecto estado como se muestra ella misma.

Perfectamente ordenados y clasificados, los utensilios que sus antepasados manejaban como cotidianos, se han convertido ahora en reliquias.