Estamos ante tiempos confusos en los que las ideologías presentan un agotamiento crónico y algunos dirigentes políticos un desprecio manifiesto hacia la expresión popular. Hemos contemplado con estupor después del 24 de mayo que para formar gobierno y expulsar al contrario casi todo vale. No tenemos más que ojear en el panorama nacional para observar que los partidos se visten del color que interesa en cada momento, sin ruborizarse lo más mínimo, y cambiar a su antojo las propuestas electorales por las que fueron elegidos.

Somos conscientes, y no hace falta que nos lo digan, que los pactos, aunque necesarios, se sustentan en un débil juego de equilibrios en el que a los segundos, como en nuestra ciudad, se les otorgan oscuros y amplios poderes con el objeto de mantenerse en el poder y dar la sensación de que el Gobierno es cosa de dos, y así repartirse al cincuenta por ciento, los méritos de los logros obtenidos, propios y ajenos y de la misma forma, llegar a criticar con dureza los fracasos que siempre son achacables al socio que no le permite actuar.

Entiendo la política como un conjunto de planes, prácticas y criterios que tienen como finalidad alcanzar un objetivo determinado y como estrategia el conjunto de acciones encaminadas a lograr ese objetivo; todo esto está plasmado en la trayectoria ideológica de los partidos y sustentado documentalmente en sus manifiestos políticos y propuestas electorales, que a fin de cuentas es lo que conforma la identidad de una formación política.

Hemos visto en Benavente que la coalición de gobierno PSOE e IU ha experimentado un giro sustancial, primero en sus propuestas individuales respecto a los costes económicos de los grupos políticos en el Ayuntamiento y en los últimos días, por parte de IU, el seguir adelante con el Benavente III que tanto ha criticado durante toda la legislatura anterior; actuaciones estas, muy alejadas de lo que los electores esperaban de ellos. Esto podría ser anecdótico y muy dado al chiste fácil y al chascarrillo político de que no es lo mismo estar en la oposición que en el Gobierno; pero si lo analizamos con rigor, observamos que estos giros no explicados convenientemente afectan a la identidad de estas formaciones políticas, restan credibilidad a sus propuestas, son cuestionados por quienes les apoyaron y en definitiva supone un incumplimiento grave del contrato electoral.

Me llama la atención, en sobremanera, que todos los partidos políticos propongan a bombo y platillo "la transparencia en las actuaciones" como si fuera un valor añadido a la identidad de una formación política, cuando en realidad la "transparencia" en las actuaciones del Gobierno debe formar parte de la cotidianidad y no ser algo excepcional. Pediría a PSOE e IU que empiecen a ser "transparentes" y expresen documentalmente de forma inmediata cuáles van a ser sus planes de Gobierno para Benavente y en qué se han visto afectadas sus propuestas electorales al incluirse en una coalición en la que evidentemente todos entendemos que hay coincidencias y también desacuerdos.

No me gusta nada la mal entendida cortesía de los 100 días, ya que estamos permitiendo que por una mala programación política en sus propuestas electorales se pierda un tiempo precioso, que no tenemos, para resolver los problemas de los ciudadanos. Los partidos que forman ahora el equipo de Gobierno pregonaron a los cuatro vientos que sus propuestas eran creíbles y muchas de ellas de inmediata aplicación, por lo que no entiendo que después de casi dos meses tras las elecciones sigamos sin saber cuales va a ser sus programas y qué planes tienen para Benavente.

Tampoco me vale que la oposición se muestre callada ante las necesidades tan acuciantes que presenta la ciudad de Benavente y que la única "maldad" que se les ha ocurrido desde las elecciones sea la de criticar la bicefalia de un equipo de Gobierno que no da muestras de liderar un proyecto político serio, digo serio porque lo desconozco. Quizá si todos están en prácticas durante estos cien días, lo más sensato es que en la misma proporción se reduzcan sus percepciones económicas.