Villaferrueña, la antigua localidad que debe su nombre a las minas de hierro, se ve obligada a recuperar parte de su pasado, a reconstruir una antigua fragua que fuera derribada hace unos años.

A instancias de Patrimonio, el Ayuntamiento reconstruye ahora el edificio que fuera derribado a principios del mes de septiembre de 2009 y gozaba de protección integral en el Planeamiento Urbanístico vigente en este municipio desde el año 1997. La actuación viene a sellar un pacto con la historia con el fin de que el inmueble desaparecido vea nuevamente la luz para que el aire, el agua y el fuego, antiguos elementos presocráticos y que dan vida a la actividad de la fragua sirvan para recrear el antiguo oficio del herrero como labor didáctica a futuras generaciones. Más aún en este pueblo donde la triada de elementos, junto al metal que sale de la tierra de sus entrañas, constituyen las señas de identidad. El viento de la Sierra de Carpurias, el agua del río Eria y el fuego de las manos del hombre, en el rezagal.

El Consistorio de Villaferrueña tiene previsto acometer con fondos propios la reconstrucción de esta antigua fragua junto al canal del molino cuyo cauce discurre en paralelo con el río Eria de cuyas aguas se nutre desde el requiebro de la falda norte de la Sierra de Carpurias. Una reconstrucción que se hará con toda fidelidad al edificio derribado y permitirá albergar un espacio museístico del oficio de la fragua. Varios de los instrumentos y utensilios se encuentran a buen recaudo en manos del Ayuntamiento tras haberse recogido del inmueble en los días previos al derribo. Otra cosa es el potro de herrar animales que se encontraba en el exterior, junto a la fragua. Esa estructura de madera es ya irrecuperable debido al avanzado deterioro que presentaba ya años antes de su retirada, como explicaba ayer Antonio Domínguez, un vecino mayor de Villaferrueña. Los anclajes de hierro hincados en la tierra todavía yacen en el lugar como testigos de aquella emblemática estructura de madera por la que cruzaron muchos de los animales de tiro y de arrastre de esta localidad.

Eran dos los potros que existían en Villaferrueña, el ubicado en el exterior de la fragua que ahora se va a reconstruir y uno en el interior de otra más que se encontraba localizada aguas más abajo del caño del molino, no lejos de la de propiedad municipal (tras la compra al herrero después del cese de su actividad laboral).

A esta fragua que servirá de recreación didáctica, tras su reconstrucción, sólo le quedan los restos pétreos de la cimentación y un solado de hormigón practicado hace casi seis años. Sus paredes de tierra volverán a ser reconstruidas, así como su cubierta de teja árabe. El nuevo inmueble estará abierto otra vez al norte, su acceso de espaldas a la Sierra de Carpurias se abre a la corriente del agua del caño del molino. Una pequeña ventana vendrá a evocar la vigilante mirada del herrero en plena faena azuzando el rezagal para que el duro metal pueda ser moldeado sobre el yunque.

Estas son las pretensiones del Ayuntamiento, confirmó ayer su alcalde Gregorio Martínez, porque ese fue el compromiso adquirido con Patrimonio. Que Villaferrueña goce de nuevo con una de sus marcas identitarias para que la villa del hierro selle un pacto con su historia.