Provistas de agujas, alfileres, hilos y lanas, un grupo de 15 mujeres de Santa Colomba de las Monjas participa en un taller de bordados y confección de trajes típicos organizado por la asociación San Antonio de Padua en colaboración con la Diputación y el Ayuntamiento. Este curso viene a ser una prolongación del realizado anteriormente y algunas de las participantes aprovechan para completar sus trabajos a los que ya dan los últimos retoques porque las sesiones se clausuran tras dos meses de actividad. «El pasado domingo, para la fiesta de las águedas, no había terminado el rodao, pero lo puse para ir a misa», advierte Avelina.

Las tardes de los jueves, la sede del colectivo cultural, en el edificio de las antiguas escuelas, se transforma en un taller de costura bajo las directrices de la ya avezada monitora Sabina Domínguez, donde la quietud solo es rota por momentos para agradecer las ocurrencias graciosas de alguna de las participantes, refiriendo uno de los refranes a los que en este pueblo son muy aficionados. Esa quietud constante hace que las féminas se concentren más aún en el laborioso trabajo que realizan con sus manos. De unas manos de las que salen delicados trabajos como los botones de hilo, las horas y horas dedicadas en la técnica decorativa del picao sobre los paños de los rodaos, o de los mantones y no menos de sus flecos, de los cortes de los paños para confeccionar un buen justillo. Y qué decir del tiempo que llevan las jubonas, los pololos, las camisas con finos bordados en sus puños, o las capas.

Eso si, todo con los motivos típicos de la zona aplicando los patrones antiguos con figuras geométricas, florales o zoomorfas, porque no existe mucha disparidad entre una y otra zona de los Valles. Quizás la mayor diferencia se halla en las faltriqueras por eso de que eran las piezas más viajeras y que siempre se llevaban de uno a otro lugar para guardar bien el dinero.

Algunas de las participantes en este taller de confección y bordados ha aprovechado para realizar algunas mantas de lana «para estar más calentita viendo la televisión», dice una de ellas. También los trabajos han servido para confeccionar manteles donde el tejido de ganchillo es la estrella. Manos delicadas a las que los surcos del tiempo y de las laboriosas faenas de la vida no han hecho gran mella para impedir que de ellas salgan obras maestras. «Y no son para tenerlas ahí para enseñar», apunta otra vez Avelina y lo corrobora Teresa enseñando sus piezas.

El bordado tradicional hecho a mano con lanas de vivo colorido sobre paños o tejidos también de color. O aplicando sobre el paño la técnica del picao, es uno de los trabajos más agradecidos, porque luego se airea, se luce en las calles y en fiestas. Un taller de aprendizaje que sirve, a la vez, de encuentros entre vecinas de Santa Colomba de las Monjas y también para degustar algunos de los dulces elaborados con la receta de la abuela como el delicioso bizcocho de la penúltima sesión, porque en la de clausura ya es para la recogida de trabajos y degustación de una chocolatada.